jueves, abril 25, 2024

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Muerte digna

Acostumbrados al “juego” de los eufemismos, le ha llegado el turno, en nuestra querida España, a la eutanasia. Y se puede observar que es la misma táctica que se utiliza para la legalización del aborto.

 Primero se recurre a un “sentimentalismo barato” que nos anestesia, siendo incapaces de pensar, para terminar, justificando la necesidad de una ley.

 En cuestiones que afectan al derecho a la vida, hay que coger el “toro por los cuernos”, pues en el fondo de este debate está la perdida del sentido del sufrimiento. Un misterio difícil de entender en una sociedad consumista, materialista, hedonista…, y alejada de Dios. Podemos estar debatiendo por años sin término, y comprobar la imposibilidad de quitar el velo que nos impide “ver”.

En el 2008, el entonces arzobispo emérito de Pamplona, Fernando Sebastián Aguilar, proclamó, la oposición de la Iglesia Católica a la eutanasia, al defender que la muerte de Jesucristo en la cruz fue «absolutamente digna», a pesar de que «no tuvo cuidados paliativos».

«¿Alguien puede decir que la de Jesús no fue una muerte digna?», interpeló Sebastián, encargado de pronunciar el tradicional «Sermón de las Siete Palabras» ante miles de personas congregadas en la plaza Mayor de Valladolid. El arzobispo animó a los hombres a acercarse a Dios para «encontrar dignidad» con que afrontar la muerte.

Sebastián criticó también a los  «sabios falsos y pretenciosos» que defienden el laicismo porque, en su opinión, «no sabemos lo que hacemos cuando nos apartamos de Dios». «Somos muy poca cosa y nos equivocamos muchas veces», dijo el arzobispo.

Las palabras de Sebastián remarcaron la oposición de la Iglesia a la eutanasia en un momento en que en Francia se debatía sobre su legalización. El caso de Chantal Sébire, quien pidió que le permitieran tener una muerte digna para terminar con el sufrimiento que conllevaba su grave enfermedad. Los titulares de prensa y declaraciones de políticos… eran los mismos que se utilizan para el eufemismo de la “Interrupción voluntaria del embarazo”.

“El caso de Chantal Sébire obliga a Francia a revisar su postura sobre la eutanasia”“

Este caso reavivó en Francia el debate sobre la eutanasia y obligó a la clase política a revisar la legislación. Inicialmente en contra de la petición formulada por Sébire para que se le aplicara la eutanasia activa, el primer ministro, François Fillon, cedió y encargó una revisión del texto legislativo al diputado de la UMP Jean Leonetti, ponente de la ley sobre derecho del paciente y cuidados paliativos aprobada en 2005. 

Sébire quería beneficiarse de un «suicidio médico» asistido, un método que ya existe en países como Bélgica, Países Bajos o Suiza. En la práctica, su petición era que se le permitiera a un médico administrarle Penthotal de manera voluntaria para tomarlo cuando ella misma decidiese. El doctor Bernard Senet se declaró dispuesto a prescribir el tratamiento necesario a Sébire si se aceptaba su demanda. Su cuerpo se encontró muerto en su domicilio y Senet dijo en una entrevista que: “debió encontrar los medios por sí misma, quizá a través de una asociación suiza o belga”, que prestan asistencia y asesoramiento para el suicidio. El presidente de la Asociación por el Derecho a Morir Dignamente (ADMD) Jean-Luc Romero, expresó en ‘Le Parisien’ su “tristeza” por la muerte de Sébire. Y yo me pregunto: ¿No hizo lo que deseaba? ¿Cuál era la causa de su tristeza? ¿le afectó este caso más que otros? … Romero, cifró entre 10.000 y 15.000 el número de eutanasias clandestinas en Francia. ¿todos de personas en situación limite  como la de Sébire? 

Tenemos que reflexionar sobre la cuestión. Es un asunto serio, que no debe tratarse en el marco de una fuerte emoción como el de Sébire. Hay gente que reclama la muerte en un momento y que después de haber recibido cuidados paliativos ya no lo hace. 

Marian Rojas Estapé,  publicaba el 29 de Septiembre en redes: “Estamos generando una sociedad que tiene una nula tolerancia a la frustración. No sabemos sufrir. No sabemos tener un momento malo. Sólo buscamos la felicidad a golpe de click; la felicidad de la gratificación instantánea, que no es realmente una felicidad, son chispazos de dopamina que generamos en el cerebro. Luego se genera un gran vacío”.

Y yo añado: Eso se pasa cuando nos damos cuenta de que “el árbol de la alegría tiene sus raíces en forma de cruz“. Y termino con un poema de Pemán:

¡Bendito seas, Señor,
por tu infinita bondad;
porque pones con amor
sobre espinas de dolor
rosas de conformidad!.
¡Qué triste es mi caminar!...
Llevo en el pecho escondido
un gemido de pesar,
y en mis labios un cantar
para esconder mi gemido.
Tú sólo, Dios y Señor,
Tú, que por amor me hieres;
Tú, que con inmenso amor,
pruebas con mayor dolor
a las almas que más quieres,
Tú sólo lo has de saber;
que sólo quiero contar
mi secreto padecer
a quien lo ha de comprender
y lo puede consolar.
¡Bendito seas, Señor,
por tu infinita bondad,
porque pones con amor,
sobre espinas de dolor,
rosas de conformidad!...
Será el dolor que viniere
en buena hora recibido.
Venga, pues que Dios lo quiere...
¿Qué me importa verme herido
si es mi Dios el que me hiere?.
Yo no me quejo, Señor;
yo sé que es goce el dolor
si se sufre por amar,
y el padecer es gozar
si se padece de amor.
Yo quiero sufrir, Señor;
quiero por amor gozar
la dulzura del dolor;
quiero hacer mi vida altar
de un sacrificio de amor.
Vivir sin penas de amores
es triste vivir sombrío,
como el del agua de un río
que, sin árboles ni flores,
va por un campo baldío.
Vida, la falsa alegría
yo no te envidio, que el día
que fuere mi vida así
temblando de horror diría:
¡Dios se ha olvidado de mí!.
No huyáis penas y dolores
con flaqueza de cobarde,
ni busquéis falsos amores,
que mueren, como las flores,
en el morir de la tarde.
Saber sufrir y tener
el alma recia y curtida
es lo que importa saber;
la ciencia de padecer,
es la ciencia de la vida.
Por eso, Dios y Señor,
porque por amor me hieres,
porque con inmenso amor
pruebas con mayor dolor
a las almas que más quieres;
porque sufrir es curar
las llagas del corazón;
porque sé que me has de dar
consuelo y resignación
a medida del pesar;
por tu bondad y tu amor,
porque lo mandas y quieres,
porque es tuyo mi dolor...,
¡bendita sea, Señor,
la mano con que me hieres!.
  
                                                                        José María Pemán

Solo pretendo generar un  “sentimiento valioso” que ayude a pensar, y la excepción rompa la “regla” de la imposibilidad de quitar el velo  que  nos impide “ver”.

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