jueves, abril 18, 2024

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Pedo de vaca

En tiempo de setas, la otoñada, es habitual en los pastos de montaña encontrarse con unas bolas blanquecinas de textura más o menos mórbida. Son las setas conocidas como pedo de lobo en la mayoría de las regiones, aunque en Cataluña, más rumbosos ellos, las denominan bufa de bou, es decir, pedo de buey. No porque sean más grandes en las laderas del Pirineo catalán, es que ellos son así, muy suyos.

Cuando el pedo de lobo está tierno es comestible, aunque de poco valor culinario, y cuando se pasa y está en fase de descomposición, al ser pisado, suelta por un pequeño orificio en la parte superior algo parecido a un chorro de polvo oscuro que recuerda a las imágenes que estos días nos llegan de La Palma, aunque mucho más inofensivo. De ahí que en toda España se le aplique la denominación de ventosidad, con independencia de la especie animal regional.

Este martes, aprovechando la ausencia de turismo y la promesa de buen tiempo, me acerque al alto de la Tornería. Un paso que atraviesa la sierra de Cuera a la altura de Llanes para caer hacia el valle del Cares, pasando por el pueblecito del Mazuco; una casi insignificante aldea que dio nombre durante la Guerra incivil a la mayor batalla de montaña desarrollada durante la contienda.

Tenía pendiente la visita pues hace tiempo que tengo escrito un artículo sobre la batalla que, por ahora, no encuentra a nadie interesado en publicarlo, y en el alto se dieron los combates más cruentos de la misma. Hoy en día la carreterita de montaña es escenario de varias pruebas de automovilismo y a uno, mientras sube despacio poniendo toda la atención en la conducción y sonando el claxon en las muchas curvas ciegas que me encuentro, se le encoge el corazón pensando en los combates que allí tuvieron lugar en septiembre del 37.

En la Tenería estaban las posiciones defensivas más fuertes pues si caían estaba claro que el Mazuco y la carretera hacia el sur también caerían. Se combatió durante muchos días con grandes pérdidas por parte de los nacionales, muy superiores en número y potencia de fuego, pero que, al fin y a la postre, tenían que finalizar a pecho descubierto por las laderas empinadísimas de la Tenería donde les esperaban los bien atrincherados y tenaces defensores del “gobernín” asturiano. Una carnicería.

Llegados arriba, justo en el alto, hay una pequeña explanada desde la que se contempla el villorrio del Mazuco y allí nos detuvimos para tirar un par de instantáneas. De pronto una especie de trueno, largo, sordo y profundo, nos hizo pegar un salto; una de las vacas que allí al lado pastaban soltó un tremendo pedo, con gran expulsión de metano, es de suponer, y yo me quedé pensando, antes de entrar en el coche para seguir la ruta, si estos pedos serán motivo suficiente para acabar con el ganado asturiano, como al parecer quiere el ministro Garzón.   

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