sábado, octubre 12, 2024

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“Rey en París”

Dispuesta a escribir mi artículo, decido cambiar de tema, pues acababa de ver el partido de tenis de la final de Roland Garros, de Rafa Nadal contra  Jokovic y esa noche del once de octubre, al haber alcanzado la victoria, dejé aparcado lo pensado y decidí dedicarme a ensartar un sinfín de piropos a nuestro gran campeón, que además de un gran deportista, es lo que Machado decía: es un hombre bueno, y yo añado, sí, es un hombre más que bueno, es buenísimo y voy a disfrutar calándolo cual  fina lluvia con esos piropos que ya estaban prisioneros en ese collar imaginario, ya en libertad se mezclan con la lluvia y caen sobre este papel los siguientes:

Bravo, fuerte, tierno, cortés, seguro, bondadoso, tenaz, batallador, humilde, educado, sonriente, afable, cariñoso, noble, guapo, pacífico, veraz, sencillo y muy seguro de aquello que puede alcanzar.

Desde el año 2005, que consiguió su primer triunfo en París, comienza una carrera imparable hasta el día de hoy, ya convertido en el rey de tierra batida.

Pienso que no sólo es rey en esta faceta, lo podríamos erigir en el de la amabilidad, de la amistad y de tantas cosas…

Fue casualidad, pero coincidió mi estancia en Shanghái el día que él jugaba en dicha ciudad, no se pueden imaginar cómo estaban las calles y avenidas, todas engalanadas con banderolas y retratos de nuestro héroe, se divisaba la perspectiva y a lo lejos se unían en un solo punto su retrato formando el ángulo que conllevan estos anuncios dándole a la ciudad un toque especial festivo deportivo.

A mi amiga y a mí nos parecía estar viendo por la tele una capital de España donde jugase Nadal, tal era el despliegue propagandístico, las jovencitas estaban como locuelas cantando a diestro y siniestro Nadal, Nadal, Nadal… con ese característico modo de articular la ele.

Al ver que éramos occidentales se acercaban a nosotras, dijimos que éramos españolas, y coreaban: España, España …, arremolinándose a nosotras coreando su nombre como si fuera un familiar nuestro, nos dio mucha pena no poder ver ese partido y dedujimos que sería el sitio donde se celebrase el jugar Nadal contra un adversario ajeno a Shanghái pues si no, no se hubiesen mostrado tanta y cariñosa propaganda a favor de Rafa

Nadal, siempre se ha mostrado cercano y cortés tanto en dobles como en torneos.

En la Copa Davis era un compañero más, dispuesto a hacer lo posible por salir adelante y resolvía con naturalidad puntos que parecían inalcanzables.

Hace tiempo leí en la prensa un artículo sobre él, que ponderaban como si fuera de otra galaxia, le llamaban el extraterrestre.

Nos dice un refrán que en la mesa y en el juego se conoce al caballero, en la comida nunca he visto retrato, pero en el juego, no puede ser más caballeroso, recordemos uno de sus triunfos en París que ganó Nadal y abrazó a Federer como diciendo “lo siento”.

Y todos estos pensamientos que me fluyen hacia él sé que lo sienten muchísimas personas. Hace unos días le han otorgado un premio no como deportista, sino por su conducta educada y honrada en pista.

Recuerdo que en muchos partidos televisivos de Rafa Nadal me daba mucha alegría ver el seguimiento de una peña de Petrer, ciudad donde ejercí mi profesión, con una bandera de España y el nombre del pueblo, animando a nuestro deportista. 

Ya está más que comentado la emoción con que ha escuchado el himno de España, los ojos parecían dos lagos a punto de desbordarse, con qué respeto y emoción nos hizo sentirnos españoles.

Nos lo narraron esa misma noche su tío Toni y el presidente de Cantabria el señor Revilla.

Me trae a mi vida, cuando televisan un partido, la ilusión con que mi marido lo veía y cómo disfrutaba con sus triunfos, lograba hacer de un día normal, un día festivo.

Ha sido el centro, a lo largo de mi vida, de muchas conversaciones, ponderándolo como si fuera algo mío y estoy segura que este sentir es común a mucha gente.

A su esposa, sus padres, hermana, su tío Toni, amigos… tienen que sentirse muy orgullosos de formar parte de la familia del gran Rafa, y es que es tan natural que, cuando fue abanderado en unos Juegos Olímpicos, quisieron adjudicarle, debido a su trayectoria deportiva, unos aposentos especiales y declinó la invitación alegando que era parte de un equipo y estarían todos juntos.  

En ésta, su copa número trece, de París, leímos con cariño la felicitación de su Majestad Felipe VI junto a otras muchas.

Muy importantes son las nuestras, las anónimas, que están revestidas de un cariño especial, pues sumándolas todas, el señor Nadal, que es un señor, lo nota, lo intuye, y sé que conecta con la gente sencilla, le tiene que saber a gloria; bueno las Islas Baleares, Mallorca y España “chapeau” por él también.

Recuerdan cómo nos emocionó cuando recibió el premio “Príncipe de Asturias” qué elegante y que galán estuvo (adjetivos que no enumeré anteriormente).

Sé que todo esto ya lo sabían, pero he querido saborear con ustedes esta vida tan hermosa y sencilla, a pesar de tantos honores y triunfos alcanzados.

Acabo con un cuento muy cortito incluido en mi libro titulado “Acentos Navideños” titulado Las raquetas de Alex

Esto érase que se era, un niño muy pequeño, acababa de dar sus primeros pasos y sus padres observaron cómo movía mucho los brazos, imitando las aspas de los molinos.

 Su mamá lo cogió de la mano, y lo llevó junto al belén para colocar las figuritas.

 Al crío le encantaban los Reyes, los puentes, los riachuelos; pero lo que en verdad le extasiaba eran los panaderos con sus palas metiendo y sacando el pan. Y cosas de la vida, ese belén contaba con cuatro o cinco.

Todos los días la mamá de Alex, que así se llamaba el peque, echaba en falta las palas del pan, ella las reponía, y a la mañana siguiente sucedía igual.

 Descubrió que era Alex, que le gustaba mucho el tenis, quien las cogía, para luego cortar los largos palos y convertirlas en minúsculas raquetas. Con un poco de goma de borrar formaba pelotas, y luego jugaba con su primito, imitando a los tenistas famosos que veían en la tele.

 A su mamá le hizo gracia su travesura  y cuando Alex iba a por otras palas, se quedó asombrado, pues delante de sus ojos tenía un juego de raquetas de verdad.

 Alex ya no cogió ninguna, y todas las raquetitas que había construido con las herramientas de los horneros, las colocó en el nacimiento, formando pequeños campos de tenis y poniendo de jugadores al panadero contra un pastor: al leñador contra el lechero…

 Alex estaba con su primo y Jesús, los miraba y sonreía, a él le gustaban  las  travesuras ingenuas.

¿Y sabéis qué pasó?

 Que el Niño llamó a Alex y a su primito y como era Dios los llevó a que vieran un partido de tenis a la Caja Mágica de Madrid, y no podían dar crédito que toda esta aventura les estuviera pasando a ellos.

 ¿Quiénes eran los tenistas?  Luego nos lo dirán.

 Nadie echó en falta ni al Niño ni a los chavalines.

 Alex y su primo seguían moviendo los brazos, querían fortalecerlos para que cuando cumplieran más años, estuvieran en forma para practicar su deporte favorito.

 Por la noche la mamá de Alex explicó a los niños que Jesús está en todo y desea que seamos felices, éstos se miraron y pensaron lo mismo: que sí, que era verdad, pues los llevó a disfrutar de un gran partido, y guardan el secreto de quién lo ganó.

 Pero nosotros nos lo imaginamos ¿no?

Y raqueta, queta, queta,
voy a montar en bicicleta.
Y raqueta, raquetón
quiero miel y requesón

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