Me considero un profundo monárquico, defensor de la Corona y de la Jefatura de Estado que ostenta S.M Felipe VI. Ser joven y monárquico se está convirtiendo en una especie en peligro de extinción. Algunos se asombran de mi fuerte convicción por la figura de un Rey, ponen en duda su utilidad y discrepan con sus funciones. Nunca he sentido la necesidad de reflexionar acerca de esta situación y nunca me he preguntado de dónde vienen mis raíces monárquicas. ¿Qué es lo que me lleva a creer y defender la figura del Rey?.
En España han reinado reyes desde hace siglos, originando un proceso de arraigamiento de esta forma de estado a lo largo del tiempo. De este proceso se pueden derivar cosas positivas y negativas, reinados dignos de recordar y otros de olvidar. Ciñéndonos a lo bueno, la Monarquía Hispánica, ha creado un legado prestigioso, histórico y cultural. Dicho legado es reconocido en la actualidad por dirigentes de muchos países, recayendo en S.M Felipe VI un importante papel como máximo representante del estado Español.
En la actualidad, las relaciones diplomáticas entre países son de vital importancia y España tiene la persona más cualificada, indicada y preparada para ejercer tal labor. Felipe VI es el mejor diplomático que nuestro país puede tener, la gran ventaja que poseemos y que no apreciamos.
La Corona es la principal valedora de la libertad, la neutralidad política y la Constitución.
En una España cada vez más agitada y violenta políticamente, tranquiliza saber que existe la figura del Rey, protector y máximo defensor de la constitución y todo lo que representa. Su fuerte compromiso con la misma le convierte en un dique de contención frente al odio, el autoritarismo y la violencia. En cada acto S.M Felipe VI deja claro que en España caben todas las ideologías, razas, orientaciones sexuales, políticas y religiosas. Ha sido capaz de conseguir algo tan difícil como la neutralidad política y el afecto a todos los españoles, sin distinción. Esto es algo que los políticos actuales no tienen, y por ello tener un Rey se convierte en todo una preeminencia.
Ser monárquico es estar orgulloso de que el Jefe de Estado ame a su país, lo admire y lo cuide. Se preocupe por sus profesionales, su ejército y su pueblo. Respete la bandera como la enseña que engloba a todo un país. Un Rey con perspectiva de futuro, con un objetivo común, servir a España. Porque la monarquía es compatible con una sociedad moderna y avanzada. No es anticuada, se moderniza y actualiza a todas las demandas que exige la sociedad del siglo XXI. Es una institución adaptativa y eso es una gran ventaja. «Una nación no es sólo su Historia; es también un proyecto común que mira hacia el futuro» Felipe VI.
Nuestro país a lo largo de los siglos ha sufrido momentos difíciles, dictaduras, nacionalismos, pronunciamientos, guerras civiles, invasiones, las cuales han repercutido en su población, abriendo heridas que aún no han cicatrizado y creando un clima conflictivo. La monarquía parlamentaria ha sido capaz de brindarnos 43 años de paz, democracia y estabilidad estatal. Por sorprendente que parezca estamos asistiendo a una etapa privilegiada, en la que puedes pensar, votar y expresar en libertad. Como ya dijo Juan Carlos I, “La monarquía parlamentaria que sustenta nuestra Constitución ha propiciado el más largo periodo de estabilidad y prosperidad en democracia vividos por España”. La Corona siempre ha mostrado su más profundo rechazo a quienes han intentado alterar esta estabilidad, convirtiéndose en la garante de la libertad y la prosperidad.
Estos son algunos de los motivos que me hacen sentir monárquico y orgulloso. Creo en la gran ventaja que ostenta España con una Corona de gran valor histórico, humano e institucional. Creo en el importante papel que representa S.M Felipe VI, en su talante, afecto y sentido de estado. Que España sea una monarquía es una auténtica ventaja, un privilegio que pocos países pueden tener.
Óscar García Vinagre
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Me ha encantado. Debe haber más gente así en España. Bravo.