Mi cerviz nunca se inclinó ante el miedo,
ni nunca a la maldad y altanería,
ni ante rey, ni a gobiernos que pro credo
mantengan la mentira y la falsía.
Siempre permaneció a sus ideales
de fiel sinceridad y honra preclara,
innatos en mi ser, de naturales
ideas, como luz que irradia el ara.
Siempre le cautivaron los valores
de justicia y perdón, magnas virtudes,
que procrea el Amor de los Amores
donando sus excelsas gratitudes.
Y solo ante Él, hay que mostrar rendida
la testa nuestra y corazón penados,
pues nos da hermoso mundo y bella vida
en ascensión a etéreos reinados.
Y a través de nuestra alma inmaculada
anhelemos su esencia poderosa
por gozar de existencia regalada,
cual agua que belleza da a la rosa.
Y poder consagrar la vida entera
aspirando su incienso embriagador,
por lucir como grata primavera
al mundo, en alegría y en amor.
Publicado en Poevas, Madrid, 2010
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