Saltó el jueves pasado la noticia de que los EEUU venderán doce submarinos de propulsión nuclear a Australia, y también la firma de un pacto defensivo, o simplemente militar, en el que se incluye el Reino Unido. El AUKUS le llaman, y tendremos que ir acostumbrándonos al nuevo acrónimo.
En Francia la noticia ha caído como una bomba, me ahorro el calificativo de nuclear porque podría parecer de mala leche, ya que ellos ya habían firmado con los australianos la construcción de una docena de sus modernos submarinos de tecnología convencional, y ahora el negocio se convierte en humo. Un negocio de 50 mil millones de euros que se basaba en la construcción del submarino nuclear Barracuda en versión convencional, porque hasta anteayer Australia se declaraba antinuclear. Hay que ver cómo cambian las cosas de un día para otro.
Dicen que los chinos se han quedado ojipláticos, en la medida que eso sea posible para un chino, pero a nadie se le escapa que el sorpresivo cambio de parecer australiano se justifica en la política de chulo de barrio que la marina china desarrolla en el mar del mismo nombre; política asertiva le llaman ahora. A nosotros, los españoles, parece que no nos afecta pero, hace unos años, el negocio parecía nuestro.
En 2013 saltó la liebre en el mundo de la defensa de que el submarino español, el S-80, llamando a ser la prima dona en el baile internacional de los submarinos convencionales, con su propulsión a hidrogeno y otros avanzados elementos que incorpora, estaba demasiado gordo y era probable que no flotase, algo ciertamente incomodo para los futuros tripulantes, por lo que había que rehacer todo el proyecto, que hoy, 2021, avanza a buen ritmo con el primer ejemplar ya a punto de hacer las pruebas de navegación. El patinazo en el diseño supuso que Australia, el principal cliente exterior de Navantia desde hace años, se decantase por el proyecto francés que hoy pasa, sorpresivamente, a manos yanquis.
Parece que, visto el AUKUS, lo de occidente, en asuntos de defensa, se define en clave anglosajona, y no solo Francia, que de la mano de su presidente Macron ya lo viene avisando, sino toda la UE debería tomar nota y ponerse en marcha en lo que toca a la defensa, y no solo a la defensa ante pandemias, que también, pero sobre todo en lo que se refiere al ámbito de las relaciones internacionales, incluyendo la OTAN, donde, si seguimos yendo con 28 voces, haremos tanto ruido que será imposible que nuestra voz se escuche.
La cumbre europea en materia de defensa convocada por la señora Von der Leyen para la primera mitad de 2022, durante la presidencia francesa, única potencia nuclear europea, puede ser un buen inicio para empezar.