A su llegada a la Plaza del Obradoiro, Sus Majestades los Reyes y Sus Altezas Reales la Princesa de Asturias y la Infanta Doña Sofía, acompañados por la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, fueron recibidos por el presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas; el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoó; la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz; el presidente del Parlamento de Galicia, Miguel Ángel Santalices; el delegado del Gobierno en la Comunidad Autónoma de Galicia, José Minoñes; el alcalde de Santiago de Compostela, Xosé Antonio Sánchez Bugallo y el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Teodoro López Calderón.
Tras los Honores Militares y la interpretación del Himno Nacional, Su Majestad el Rey inició la revista a la formación de Honor que finalizó con el sobrevuelo de la Patrulla Águila cubriendo el cielo con los colores de la Bandera Nacional.
Seguidamente, Sus Majestades los Reyes y Sus Altezas Reales la Princesa de Asturias y la Infanta Doña Sofía, accedieron a la Catedral por el Pórtico de la Gloria y fueron saludados por el arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio. Durante el recorrido por la nave central, fueron escoltados por lanceros hasta el presbiterio donde ocuparon su lugar de honor.
Iniciada la misa, y después de la lectura del Evangelio, Sus Majestades los Reyes y Sus Altezas Reales la Princesa de Asturias y la Infanta Doña Sofía, permanecieron de pie mientras una comisión del Cabildo, integrada por dos canónigos, se acercó al sitial que ocupan Sus Majestades los Reyes para, desde un micrófono y de pie fuera realizada la Ofrenda al Apóstol Santiago por Su Majestad el Rey.
Don Felipe destacó que «Hoy, en la Catedral donde convergen todos los caminos y donde habita para la eternidad el Apóstol Santiago, renovamos la ofrenda de un pueblo que quiere ser agradecido. Hacia Compostela discurre un Camino que recoge el espíritu de todos los que existen desde el origen de los tiempos. Su fuerza para atraer y reconfortar a gentes de todas las épocas, procedencias y motivaciones reside en que el Camino de Santiago reúne la capacidad de todas las sendas y veredas para crear comunidades más amplias que hagan la convivencia más intensa, más fructífera».
Tras la Comunión, al finalizar la liturgia, los tiraboleiros impulsaron el botafumeiro de la Catedral de Santiago de Compostela.
A continuación, Sus Majestades los Reyes, Sus Altezas Reales la Princesa de Asturias y la Infanta Doña Sofía y el arzobispo de Santiago de Compostela se acercaron al altar donde se sitúa el sagrario y los ornamentos de plata, recién restaurados, que acogen y adornan la estatua del Apóstol Santiago. Debido a las restricciones sanitarias, no se pudo acceder al camarín ni efectuar el «abrazo» al Santo..
Concluida la misa, Sus Majestades los Reyes y Sus Altezas Reales la Princesa de Asturias y la Infanta Doña Sofía abandonaron la Catedral en procesión. En el Pórtico de la Gloria fueron despedidos por el Arzobispo de Santiago de Compostela. Se trasladaron a pie al Pazo de Raxoi (sede del Ayuntamiento de Santiago de Compostela y de la presidencia de la Xunta de Galicia), accediendo al despacho de la alcaldía donde se efectuó la firma en el libro de Oro de la ciudad.
La Ofrenda al Apóstol es una ceremonia instituida en 1643 por Felipe IV y a lo largo de los años se mantuvo la tradición de que Reyes, jefes de Estado o personalidades con las más altas responsabilidades invocaran al Patrón de las Españas los beneficios divinos para las tareas humanas.
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