viernes, abril 26, 2024

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Un toque a los Médicis

Pese a la mala fama que aún la precede a día de hoy Francia debe a Catalina de Médicis muchas aportaciones, no solo en la historia, sino también en la gastronomía, el arte decorativo escénico y en la arquitectura y la cosmética. La Reina Negra y Madame Serpiente como la llamaron sus enemigos marcó una auténtica revolución en la sociedad de la época, llevando el gusto italiano a todos los rincones de la corte.

La astucia política de Catalina es solo comparable a su ambición por edificar, dado que ella misma mandó a construir el nuevo Louvre e hizo edificar el palacio de las Tullerías, que más tarde su yerno Enrique IV uniría al Louvre con una galería; y el peso de sus arquitectos italianos se hizo notar en los castillos del Valle del Loire, en especial Chenonceau, su favorito.

Castillo de Chenonceau

Por otra parte, los historiadores de la gastronomía francesa están de acuerdo en su influencia en la alimentación de la corte, y a la larga el cambio alimentario de los franceses. Aún pese a engordar considerablemente Catalina mantuvo una salud de hierro que le permitió vivir hasta los setenta años, golosa como no podía serlo una gata florentina, otro mote que le pusieron sus enemigos, había atraído de Italia a los fabulosos cocineros, y sobre todo, a los más relevantes confiteros. El más famoso de ellos fue el Signore Frangipane, de una gran familia romana, y fue uno de los maestros de hornos y obradores del Louvre, además del creador de un postre que se sigue degustando en la mesa de los franceses aún hoy y que lleva su nombre.

A Frangipane le gustaban los perfumes, dicen que era rival de Renée, el perfumista de la Reina, quien también era experto en venenos, y era un creador en la cocina. Llevó a la corte el secreto de su postre, una pasta en la que entraban, con azúcar y leche alfóncigos, piñones, manzanas, cortezas de naranja, zumo de limón y almendras dulces, lo que hoy en día es el Frangipane.

Otra aportación notable según algunos historiadores, fue la introducción del tenedor en la mesa y las copas de cristal de Bohemia que traían desde Venecia, sustituyendo a las medievales de plata y oro, mismamente en la mesa pronto aparecerían la pasta y la naranja, el melón, del cual Enrique IV fue un gran goloso, la sandía, y la granada. Los florentinos de la Reina impusieron la norma de que los caballeros comieran con las damas en la misma mesa y no separados.

Como nueva moda culinaria llegaron también las dulcerías y los helados y distintos aguardientes, que pasaron de estricta medicina a delicias plenas de escándalos y borracheras en la Corte de los Valois.

Mismamente se atribuye a Catalina la introducción en 1560 de la nicotina y el tabaco, la primera se llegó a usar como medicina, pues parece ser que era buena para las cefaleas y jaquecas que la Reina padeció y pronto se puso de moda llevar en la corte en cajitas enjoyadas de rapé, una buena dosis de nicotina, pese a la ignorancia de que provocaba adicción. Durante mucho tiempo a la nicotina se la conoció como herbe de la Reine.

Otro notable invento fue la introducción del abanico plegable y los guantes perfumados, Florencia fue la cuna de los perfumes en la Europa Renacentista y Catalina hacía traer de su Italia natal a los mejores perfumistas y fabricantes de guantes, que despúes eran adornados con piedras preciosas y pieles y luego se les aplicaba el mejor perfume que hubiera, aquí nació otra leyenda negra y es que se dice que la Reina llegó a matar a algunos de sus enemigos regalándoles guantes envenenados cuya sustancia tóxica olía a perfume.

Tapiz Valois que recrea la celebración en 1573 en París por la elección de Enrique III, hijo favorito de Catalina como Rey de Polonia, más tarde Rey de Francia.

Los espectáculos musicales, en particular, permitieron a Catalina expresar sus dotes creativas. Estos estaban generalmente dedicados al ideal de paz en el reino y basados en temas mitológicos. Para crear los dramas, la música y los efectos escénicos necesarios la reina recurrió a los mejores artistas y arquitectos de la época, y la historiadora Frances Yates no ha dudado en calificarla como «una gran artista creadora de festivales». No en vano, la monarca franco-italiana introdujo cambios graduales en los espectáculos tradicionales: por ejemplo, incrementó la importancia de las danzas en los números que constituían los puntos culminantes de las fiestas. De estos avances creativos emergió una nueva forma de arte, el ballet cortesano. Allí se mezclaba danza, música, poesía y teatro y escenografía.

Por lo tanto, pese a su fama de asesina insaciable, Catalina fue una auténtica innovadora y mecenas , una auténtica hija del Renacimiento y merece por ello que se le tenga en mejor estima. Siempre con un toque a lo Médicis como haría ella.

IMÁGENES DE WIKIPEDIA POR EL AUTOR

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