¿…Y por qué no el gobernín?

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Este pasado martes hemos asistido a una nueva operación de mercadotecnia política en Oviedo, se trataba de conmemorar el 25 de mayo de 1808, día de la creación de la Junta Suprema de Asturias, sucesora o reemplazante de la añeja Junta General del Principado, y que tendría el honor de ser la primera en el país que se levantaba oficialmente contra el invasor francés.

Hasta aquí poco hay que añadir, en ningún sentido; es quizás cuando se observa las connotaciones o añadidos que se le quieren dar cuando nos asaltan algunas dudas sobre las razones profundas del acto que, según manifiestan, parece llegar con intención de permanencia. Porque al suceso de entonces, aún con muchos claroscuros pendientes de investigación, levantamiento popular para unos, autogolpe de parte de la Junta para otros, ahora se le quiere convertir en día de referencia en relación con la bandera de Asturias ¿Por qué no? También en referencia histórica de la soberanía popular asturiana, también aceptable aunque el marqués de la Romana pronto le cortase las alas. Pero llama la atención la necesidad de estas celebraciones cuando a nivel regional y nacional nos encontramos en una legislatura marcada por la presión del coronavirus de un lado y la falta de realizaciones de ambos gobiernos. Chocante cuanto menos.

Quizás el 24 de agosto fuese fecha más conveniente pues recordaríamos la proclamación del Consejo soberano de Asturias y León, en plena campaña del norte en 1937, durante la guerra incivil. También efímero, como la Junta de 1808, podríamos usarlo como reclamación del título de región histórica, como aquellas que, aprovechando la debilidad de la República alcanzaron ciertas cotas de autogobierno. Nosotros también lo tuvimos, aunque el presidente Azaña con socarronería lo calificase de “gobernín”, y aunque sus componentes, con Belarmino Tomas, su presidente, a la cabeza, saliesen por piernas, o mejor por vapor, vía el puerto del Musel en cuanto los nacionales asomaron por Villaviciosa tras la caída del Mazucu. Todo sea por buscar la celebración más provechosa.

 Quién sabe. A lo mejor todo esto es un trampantojo que nos evite contemplar la realidad de la vida social y política de la región en la que nada parece cambiar dentro de la suave y melancólica decadencia en la que nos desenvolvemos, con la mayor letalidad regional del covid, debida sin duda a nuestra altísima media de edad; o con la juventud, sobre todo la más preparada, abandonando en cuanto puede el Principado en busca de mejores horizontes. Un declive regional al que no se le ve un final, o mejor no verlo.

Por eso se hace necesario algún tipo de ceremonia de despiste, como la próxima gran discusión sobre la cooficialidad que, cualquiera que sea su resultado, nada constructivo aportará mientras que nos mantendrá durante un tiempo, ¿el de la legislatura? Enfrascados en discusiones y discordias que sólo a unos pocos interesan, por más que nos quieran convencer de lo contrario, por eso ¿Por qué no el gobernín?

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