La actual política española como trama del teatro renacentista italiano
En los 15 meses de vida del Gobierno de coalición, lo más singular que ha ocurrido en España podría ser: el juicio del procés, la deambulación de los políticos presos y el acercamiento de los encarcela- dos con delitos de sangre; el desentierro de Franco, con cambio de código postal y desalojo del pazo de verano; la errática y desdichada gestión de la pandemia, con resultado de ¿xx mil? muertos; el exilio forzado de Juan Carlos I, piedra de toque para el umbilical debate monarquía-república; la adjudicación, pendiente, de cuantiosos fondos europeos; juicios encadenados con el leitmotiv de la corrupción y la fogosa salida del Gobierno de su VP2.
Situaciones que bien hubieran podido servir como trama (il canovaccio) en la longeva e influyente Comedia del Arte (CdA): espectáculo teatral de carácter eminentemente popular, en el que el actor es el autor del personaje y cuyo secreto es un permanente contacto con la actualidad.
Nacida en Italia a mediados del siglo XVI, en el ámbito teatral, se considera la herencia más reconocible del Renacimiento italiano. Inicialmente, tomó sus tramas y situaciones de la Comedia erudita. A base de mezclar elementos del teatro literario con tradiciones carnavalescas, recursos mímicos y habilidades acrobáticas, se fue convirtiendo en una función caracterizada por la improvisación libre, privilegio esencial de los actores.
En la intriga incesante de lo que va sucediendo, los intérpretes aprovechan las grietas de un estado de suspensión de la realidad, para deslizar mensajes intencionados a un público atrapado entre lo subliminal del mensaje y lo sublime del des- pliegue.
Mientras en la tragedia, el personaje principal tiene un sentido ético, en la comedia representa un arquetipo (mentiroso, charlatán, fanfarrón, pícaro, enamoradizo, crédulo, inconsciente) y sus actuaciones pueden responder a un estereotipo, en que la exageración de las conductas entretiene al espectador.
Una pequeña parte del enorme legado que nos ha dejado la CdA son disciplinas artísticas (mímica y pantomima) y elementos teatrales (máscaras, intrigas, acrobacias) que hacían las delicias del público congregado en las plazas de los pueblos para disfrutar de lo que ofrecían compañías itinerantes, que improvisaban escenas breves, “pasajes de bravura”, lo que proporcionaba gran dinamismo a las representaciones, con abundantes entradas y salidas, equívocos y engaños.
Los personajes de la “Comedia all’improvisso”, con recursos propios del actor, (la acrobacia o la expresión corporal) ofrecen pistas para establecer símiles con protagonistas de este tiempo. Una galería de arquetipos, fácilmente identificables e itransferibles, forman el elenco de la CdA:
Piero Pantalone encarna el poder político, como creencia de que todo se puede comprar y vender. Experto en triquiñuelas y engaños; audaz, desconfiado, enigmático e inaccesible; bondadoso y comprensivo para unos, malicioso para otros; desenvuelto, oportunista y hábil para vadear situaciones difíciles, hace de la impostación un arte; genera desconfianza cuando utiliza sus recursos sin temor a la confrontación; capaz de todo, mordaz, vivo e insolente, termina siendo un misterio para el espectador. Una grácil figura define su fisonomía.
Paolo Pulcinella encarna el poder intelectual. Procedente de la Academia, conserva un pasmoso descaro y gran aplomo. Su verborrea resulta ampulosa e irritante para los demás actores. Ama los largos discursos, a los que se entrega con suficiencia y augusta severidad. Inquietante y sagaz, organiza burlas e intrigas. Su arma secreta es la ironía, que aparea con ingenio y enamora fácilmente a mujeres guapas. Una marcada cifosis define su fisonomía.
Isabella Colombina encarna el poder de la frescura. En el contexto social de la época, el papel femenino y su figura acicalada se interpretaba como una manifestación diabólica, por tanto, reprobable y marginada. Optimista, vital y perspicaz, sabe manejar a los hombres con picardía. Incluso frente a su patrón es franca y conserva una cierta libertad de acción. Tentación y cebo para viejos, que creen ver en su coquetería una esperanza a sus devaneos. Con las faldas normalmente debajo de la rodilla, el escote de corpiño bajo marca sus senos. La timidez oculta detrás de un alma libertaria define su fisonomía.
Paulo Capitano encarna el poder del establishment. Su astucia se plasma en el trabajo de servir a más de un amo alavez. Su problema, que termina siendo el nuestro, es pensar que la prudencia es ‘no hacer’, cuando consiste en ‘hacer lo que hay que hacer’. Desconfiado, al tiempo que ingenuo, siempre va acompañado de un zanno (actor de reparto) que lo introduce en peligros para él insospechados. Sus textos invisibles tienen mayor importancia que sus gestos interpretativos. Una barba que acaba de poblarse define su fisonomía.
El declive de la Comedia del Arte se debió a que los actores ya no reflejaban las condiciones de la vida real. En las obras representadas en la Corte, los actores solían ser aristócratas o académicos, más tarde fueron profesionales, como nuestros dirigentes, caracterizados mejor por su capacidad de improvisación que por su erudición.
La moda de los políticos de ir a programas de entretenimiento revela que no importa la realidad, lo que cuenta es el espectáculo cómico televisado, exégesis actualizada de la CdA.
Al líder populista, en modo avión en el Gobierno, le ha faltado tiempo para desplegar una rabia atormentada contra el exsocio y dueño del sombrajo, “nos enfrentan más cosas de las que la gente cree”, que valida la frase de Marco Aurelio: vengarse del enemigo es ganar otra vida, prueba palmaria del fin de fiesta de esta comedia improvisada, a la que la pandemia añadió las mascarillas, para agrandar el disimulo.
Le animo, dilecto lector, a hacer un sencillo ejercicio emparejando personajes de ahora mismo (arquetipos), con actuaciones cercanas (estereotipos).