viernes, octubre 4, 2024

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El matrimonio

Llevo cuarenta y ocho años de casado con la misma mujer y tengo dos hijos maravillosos. La regla fundamental de esta casi cincuentena se basa en el enamoramiento, en la fidelidad y respeto.  La raíz de la palabra matrimonio, cónyuge proviene de «iugum» (yugo) del verbo «iungo» (uncir, unir con un yugo), es decir, los cónyuges son los que están unidos por un yugo (trozo de madera para unir a dos bueyes que tiran del mismo carro o arado romano), un símil perfecto, ambos tiran del carro, no uno, y el otro no, sino ambos. La unión, una cédula de fuerza familiar. Pero «iungo» es latín, y conceptos mutuos de yugo que en tiempos de libertades mutuas no gusta, porque suena a sumisión, como en los versos «los bueyes doblas la frente/ impotentemente mansa» del gran Miguel Hernández. Alguien lo amplió, a posteriori «bueyes y bueyas», por lo de la igualdad.  Pero son esenciales sentimientos como la fidelidad mutua, sin fidelidad no existe la proyección del yugo mutuo en el tiempo. El matrimonio jamás puede ser visto como una carga, como en el dibujo a plumilla de Palmeral que ilustra este artículo.

En algunos países el matrimonio es un contrato simplemente, con el valor temporal que las dos partes le quieran dar. Pero yo creo, opino, que antes de casarse y formar una familia se debería vivir en pareja, lo que se llama actividad prematrimonial, porque uno no se casa, sino que se une a la otra persona, y con ello, al menos en los países latinos, también te casas con la familia del cónyuge. Uno se ha de casar con el convencimiento de que es para toda la vida, si estás premeditando divorciarte a los diez o doce años de casado, es mejor que no te cases.  Hoy día se permite, socialmente hablando, la convivencia en pareja, sin trámites legales.

La escritora francesa Simone de Beauvoir (1908-1986) se convirtió en precursora del movimiento feminista, al describir a una sociedad francesa en la que se relegaba a la mujer a una situación de inferioridad. Y fueron nefastos sus libros, porque no decía toda la verdad, sino la verdad que a ella le convenía.  Fue pareja del filósofo francés Jean-Paul Sartre, existencialista del marxismo humanista, al que no pudo seducir. El análisis «beauvoiriano» de la condición femenina, en ruptura con las creencias existencialistas, se apoya en los mitos, las civilizaciones, las religiones, la anatomía y las tradiciones. Este análisis desató un escándalo, en particular el capítulo dedicado a la maternidad y al aborto, entonces equiparado al homicidio. Describía el matrimonio como una institución burguesa repugnante, similar a la prostitución en la que la mujer depende económicamente de su marido y no tenía posibilidad de independizarse. La independencia de la mujer es el trabajo, lo he repetido hasta la saciedad. Decía Simone que una mujer nunca debería contraer matrimonio con el hombre que ama. Su opinión, ha sido desastrosa y así van los matrimonios en Francia al nivel de basura, y en España por el mismo camino.

No me voy a extender es este tema, porque cada matrimonio es un mundo diferente, algunos llegan a la separación y al divorcio porque no están suficientemente enamorados y no se comprenden. Evidentemente, no se puede mantener un matrimonio con la docilidad de uno de los cónyuges al otro o viceversa, cuando existe el maltrato físico o psíquico del llamado machismo o violencia de género, o a ellas como fuerza del trabajo del hogar de acuerdo a la teoría marxista de la alienación. Es intolerable la cantidad de mujeres que son asesinadas cada año por sus parejas, también hay hombres asesinados, pero menos.  Las violaciones y abusos de menores deben ser erradicados de nuestra sociedad, con leyes más duras y reeducación de ciertos varones violentos o propensos a serlos. Ni padecer el síndrome de Munchausen  o el de Medea. (Invito al lector a ampliar estos síndromes en Internet).

Hoy día la también mujer, trabaja, porque los tiempos cambian, y, por ello, el reparto de las labores del hogar debe ser compartido. La mujer ha entrado, por derecho propio, en las Fuerzas Armadas y en la Guardia civil, hace años, no se debe mirar como una victoria, sino como un derecho de igualdad. 

La única posibilidad de evitar los abusos de violencia de género son las denuncias. Descubrir al abusador es el único camino posible de cambiar el comportamiento del llamado machismo o violencia de género. Los menores acosados se encuentran en un callejón sin salida. ¿Quizá, la sociedad ha cambiado más rápidamente que las mentalidades de las personas? Pienso y creo que se debe a una falta de educación familiar y desde las aulas en tierna edad. Pero si una pareja se divorcia no debemos mirarlo como algo malo, sino como una desavenencia legal entre dos personas adultas que no se entienden o no han sabido resolver sus diferencias. Pero los más perjudicados son los hijos, si los hubiera, porque un matrimonio sin hijos es como un jardín sin flores; si no fueran naturales se pueden adoptar.

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