Y cuando yo me encontraba asomada en la colina vi el otro día pasar a toda la gente unida, que caminaba feliz con una gran alegría; se ayudaban mutuamente sin celos ni zancadillas, se les veía seguros porque, sin duda, sabían que tenían a su lado a cualquier persona amiga, que estaba en disposición de aportar sabiduría, cada cual en su terreno ¡Qué ilusión sentí, qué pía, pues todo fue un sueño al fin!
