El uno de noviembre es el día de Todos los Santos en que recordamos a nuestros antepasados fallecidos. Aunque esta fiesta se creó por el papa Gregorio III (S. VIII), para que se celebrara y honran a todos los santos.
Con el transcurso de los siglos y los diferentes cismas que sufrió la Iglesia Cristiana, el catolicismo es la única que mantiene el día 1 de noviembre para celebrar el Día de Todos los Santos.
Otras confesiones como la Iglesia Ortodoxa (la segunda iglesia cristiana con más fieles tras la Católica), la Anglicana y en la Luterana o protestante esta festividad se conmemora el primer domingo después de Pentecostés (la festividad religiosa que se celebra cincuenta días después de Pascua de Resurrección, en la que los cristianos conmemoran la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles), no lo celebran.
El Halloween, no es una celebración cristiana, se celebra el 31 de octubre y mueve sin lugar a dudas, el engranaje económico de los Estados Unidos que ha pasado a España donde los niños se disfrazan de zombis y muertos vivientes. Es una fiesta comercial, industrial, y mercadotécnica llamada Halloween forma parte del milagro de las ventas al que le sigue el Black Friday o semana negra. Y que sobre todo divierte mucho a los críos y a los adolescentes. Incluso en hispanoamérica, Halloween ha llegado a ser parte de la cultura nacional. Tomando como símbolo la calabaza horadada de formas antropométricas y antropomórficas. La tradición española era una reunión familiar y tocar las campanas de las iglesias por las almas de Purgatorio.
Lo comentado anteriormente, no debe llevar a pensar sobre la temporalidad de la vida, y que estamos en este mundo de paso, y todos nos tendremos que morir alguna vez. Tanto si crees en la reencarnación como en la resurrección tendrás siempre una esperanza de inmortalidad. Acabo de leer en la prensa digital: «La resurrección de Jesús simboliza que la vida no acaba con la muerte. Muere la carne, pero sigue vivo el espíritu. Así, Jesús seguiría vivo y entre los suyos a pesar de haber muerto como todos nosotros. “Allí donde os reunáis en mi nombre, yo estaré con vosotros”, les dijo a los apóstoles antes de morir. La muerte nunca es definitiva para los cristianos y ello poco o nada tiene que ver con la muerte física». (Juan Arias. El País, 1 de noviembre 2016, día de Todos los Santos).
Qué pasaría si un día los arqueólogos descubrieran los huesos de Cristo en una tumba de Jerusalén. No pasaría nada, porque estaríamos religiosamente preparados para sumir que la resurrección y subida a los Cielos de Jesucristo es una cuestión simbólica sin resurrección no hay esperanza.
Desde el punto de vista de los agnósticos no sabemos dónde están los cielos, la mora de Dios, porque hoy entendemos La Tierra, los planetas, el Sol y los millones de galaxias desde el punto de vista de astronómico y científico. Pero para un hombre de los primeros siglos de nuestra Era, e incluso en la Edad Media, los conocimientos del hombre eran limitados, y se basaba en la fe. Por ello, aquellos hombres y mujeres pudieron construir enormes y gigantes catedrales bizantinas o góticas durante siglos, y si se caían por terremotos o incendios, las volvían a levantar impulsados por la fuerza de su fe. Cuando falleces lo que perdura es el espíritu.
Lo comentado en este apartado nos puede aprovechar para completar una parte del estudio de tus zonas de éxito, para reflexionar, de que es importante la preparación y formación personal, pero teniendo en cuenta, en mente, que no debemos excedernos en esfuerzos mundanos o sobrehumanos, cabalísticos o esotéricos buscando la felicidad (estado mental), porque en cualquier momento podemos iniciar la marcha hacia lo eterno moral, que es el título de un libro de poemas de un gran amigo mío como lo fue José Antonio Suárez, poeta y místico.
Formamos parte de la Naturaleza y por eso morimos, pero nuestras obras nos harán inmortales. He hablado con muchas personas mayores en edad, y la mayoría creen en la resurrección, y piensa que cuando fallezcan irán al Cielo, y se encontraran con sus seres queridos, esta es la fuerza en la fe de los creyentes que les hace más felices, y se tiene o nos e tienes. Porque las creencias, además de que se deben respetar, con fuerzas espirituales que mueven montañas.