viernes, abril 19, 2024

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Los que no buscan éxitos

Tuve un amigo que era tremendamente arrebatador, que te cautivaba enseguida, era un seductor nato, falleció en un accidente de moto en Castellón de la Plana, se llamaba Prieto y tenía 35 años. Siempre pensé que una persona como él nunca podía fallecer, ni desaparecer de nuestras vidas. Mi padre, que también era una de esas personas arrebatadoras que se hacía tu amigo en un momento, quizás por lo mucho que sabía de la vida y de todo lo que se le preguntara, sabía, tenía también el don de la seducción, era alto, moreno y guapo. Estos dones naturales nos los heredé de mi padre, ni de mi amigo, aunque me hubiera gustado parecerme a ellos.

    Yo en mis años jóvenes era más bien tímido, y no me gustaba destacar, era lo que se llama un «a-exitoso», una persona que se conforma con lo que tiene y no busca más éxitos, con el sueldo mensual que me daba para hacer mi trabajo, y pasar desapercibido por la vida, conformándome con la comida del pesebre del Estado (salario mínimo). Así estuve muchos años viviendo en el anonimato, de ciudad en ciudad, casado con una bella mujer y dos  hijos maravillosos. Esta era toda mi vida, trabajo y casa, casa y trabajo, sin apenas relaciones amistosas, porque los destinos me hacían volver y volver a empezar en el difícil arte de hacer amigos de verdad.

     Y cuando me prejubilaron me vi libre de la disciplinada militar y cambió mi vida por completo. Yo sin darme cuenta, siempre fue un hombre de éxito en mi vida privada y en mi profesión, pero no me daba aires de grandeza, tenía lo suficiente: mi familia, mi casa (hipoteca), mi coche, y sobre todo no tenía deudas importantes, y el porvenir asegurado con una suficiente pensión vitalicia.

     Sobre el año dos mil me incorporé a los ordenadores y los procesadores de textos (gran revolución de la escritura), luego a los blogs, las redes sociales, y cambió mi vida social, dejé de ser un «a-exitoso» (que no buscan éxito), y me aventuré en las artes de la pintura, de la escritura, de la poesía, de los videos, los blog y otras aficiones y empecé a darme a conocer con el seudónimo de PALMERAL (como el nombre de una revista de artes y letras que tuvo 4 números). Poco a poco, porque en esta vida todo se hace así, lento, despacio y bien hecho me di a conocer. Y lo cierto es que me ha ido muy bien, porque me atreví con la  dirección de la revista PERITO (que llegó a los 28 números con gran éxito).

     A veces, los  éxitos hay que buscarlos, llegan solos, porque uno no se puede uno quedar sentado a que vengan solos. Uno ha de buscarlos. He pertenecido al Grupo de Vanguardia 5 de Alicante, Espejo de Alicante y a otros. En septiembre de 2015 hice una exposición de pintura individual con catálogo de 32 páginas en la Asociación de Artistas Alicantinos, con mucho éxito, e  incluso un crítico  hizo comentario favorable de mi exposición que titulé «Intelectualismo», y la verdad es que quedé muy contento, y esto me valió para que me seleccionaran en otros certámenes. Porque todo es empezar y darse a conocer.

     El éxito no viene solo, hay que ponerse a buscarlo. Y a veces, pedir muchos favores, estar en la cresta de la ola cuesta tiempo y muchas relaciones públicas, y eso sí, muchas fotos en Internet. Es cierto lo que acabo de comentar, yo conozco a una persona que es todo lo contrario, es lo que yo llamo «a-exitoso» que quiere pasar anónimo por la vida, no tiene relaciones sociales, no tiene libros publicados, no tiene amigos, no tiene páginas en la redes sociales, yo le llamo cariñosamente «El llanero solitario», pero es que existe gente que no busca figurar en ninguna parte para no ser detectado por Google (El Gran Ojo espía).

     Amigo lector, si buscas ser conocido,  una de tus zonas de éxito que debes volar son las relaciones sociales Facebook, blog, revistas… con amigos y (amigos virtuales) o en asociaciones de aquellos grupos cultuales o artísticos que te son afines a tus gustos; es decir, hacerte presente por medio de internet, ese gran ogro que nos vigila desde la nube. De alguna forma esta presencia o notoriedad pública reafirma  nuestra autoestima y nos hace más seductores.

     Pero a veces, acurre que te llega un virus y otras complicaciones, y te para en seco, no hay más remedio que parar, descansar y recuperarse.

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