sábado, abril 20, 2024

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Vindicación de los procuradores franquistas

El régimen del general Franco tenía bastante claro el concepto de soberanía nacional. Era él mismo, se substanciaba en su persona, al fin y al cabo él era caudillo de España por la gracia de Dios, de modo que todo lo demás era accesorio. No obstante, el régimen creó un sistema de Leyes fundamentales del reino que para muchos constitucionalistas compone un auténtico sistema constitucional y, dentro de él, las Cortes cumplían una importante función.

Eran los procuradores los que nutrían esas Cortes; unos, miembros natos en función de su puesto institucional, otros elegidos por sufragio para el llamado tercio familiar, otros elegidos entre municipios, sindicatos y colegios profesionales; finalmente, un grupo de designados por el general Franco entre militares, purpurados y otros. Su parecer sería de trágica importancia al final del régimen.

La transición política española es un caso único en el mundo ya que se hace legal y pacíficamente gracias a un artificio parlamentario, la aprobación de una ley, una vez desaparecido el General, que implicaba el suicidio legal del régimen; la Ley para la Reforma política. Sin ella España iba hacia un bloqueo político que, con el aumento de la tensión interna, nadie podía predecir cómo se resolvería.

El rey Juan Carlos y el presidente Suarez se han llevado la gloria de este proceso pero el gran muñidor del asunto fue el entonces presidente de las Cortes, don Torcuato Fernández Miranda. Él fue el diseñador de la maniobra y también el responsable de “trabajar” a los distintos grupos de procuradores, que los había, pues en contra de lo que pueda parecer aquello no era un grupo monolítico. Dentro del sistema cohabitaban diferentes sensibilidades e ideas políticas, aunque no se articulasen colectivamente de manera oficial.

La clave del voto, un voto que cambiaría el sistema político, no hay que olvidarlo, se encontraba en el convencimiento de que era necesario evolucionar por el bien de España y todos aquellos hombres y mujeres –pocas- actuaron en conciencia siguiendo, más o menos, su propio entender y convencimiento, sin instrucciones taxativas procedentes de algún ente, sindicato, colegio o, aún menos, ejército. Votaron según su criterio y de ahí nació el estado democrático y de derecho que hoy disfrutamos. Sí, lo sé, todo es mejorable.

Hoy disfrutamos de unas Cortes democráticas en las que aquellas “sensibilidades” se articulan en forma de partidos políticos, o agrupaciones de votantes como en el caso turolense. Pero aquí es donde me llega la inquietud ¿Son más libres los actuales diputados? ¿Son capaces de reflejar con exactitud el sentir de la nación? ¿O más bien nos encontramos con unos diputados esclavos del mandato partidario, aherrojados desde el punto en que son incluidos en unas listas cerradas que exigen como contraprestación una total sumisión al líder? mayor aún de la que los procuradores tenían al General Franco.

Es posible, visto como discurren las cosas actualmente, que el sistema político español esté necesitado de una revisión, particularmente el sistema electoral, pero en el acuerdo firmado por las dos mayores fuerzas políticas de izquierdas, para hacerse con el gobierno de la nación, la oferta que se hace es de listas cremallera y bajar la edad de voto a los 16 años; nada de listas abiertas o circunscripciones unipersonales, nada de dar valor al voto ciudadano, por lo que no puedo menos que vindicar a aquellos procuradores que fueron capaces de votar pensando sólo en lo mejor para el futuro de la nación.

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