En el artículo anterior, traté la cuestión amistosa, bajo el punto de vista de mis experiencias y el concepto que se había ido sedimentando en mí, con las lecturas de toda una vida, hasta llegar a mis propias conclusiones.
Éstas, fluctuarán mezcladas con diversos pareceres, que aún sin querer, la impronta de los autores siempre subyace, aunque una se proponga sólo ser el hilo conductor de otros conocimientos.
Hoy he recopilado canciones con dicho tema, he bebido en la Enciclopedia Multimedia, he buscado pensamientos de hombres célebres y buceado en la Biblia y todo ello ordenado, lo he ensartado y “¡voilá!
Cuando la amistad, no es nada más que una captación para proyectos personales, estamos ante un mezquindad manipuladora, estos individuos son aduladores pegajosos que, teniendo en posesión a ese nuevo “amigo” lo usa para sus aspiraciones, llegando a controlarlo con culpabilidades y miedos.
Para contrarrestar esta anomalía, empapemosnos de grandes pensadores.
Sócrates prefería un amigo a todos los tesoros del rey Darío y el poeta Horacio, nada menos, decía que un amigo era la mitad de su alma y San Agustín que los verdaderos consuelan, nuestro flamante pensador y filósofo Ortega y Gasset pensaba que una amistad delicadamente cincelada, cuidada como se cuida una obra de artesanía, es la cima del Universo.
San Ambrosio: consuela mucho en esta vida, tener amigos.
El papa Francisco, en la prensa ACI el 14 de marzo de 2018, nos recordó que nuestra vocación cristiana es ser amigo de Jesús, pues no es casual que Dios haya elegido a cada persona.
Jesús de Nazareth, llamó a todos sus discípulos amigos, incluso a Judas, cuando lo entregó y a San Pedro cuando lo negó.
La amistad es una relación afectiva entre dos personas y con los años se fortalece y aparece una conexión especial.
Se comparten valores y recuerdos y lo que más prevalece es la lealtad.
Su apoyo es continuo y la sinceridad es necesaria por encima de todo, para que la amistad crezca, por ello, pedimos siempre nuestro parecer ante un escollo, a un íntimo amigo.
He entresacado del “Libro de los Proverbios “de la Biblia lo siguiente:
Que los amigos, nos hacen sentirnos bien, que hay que ser honestos y que los conflictos, tienen solución, hay que sorprenderlos, pues siempre sabemos lo que quieren, manifestarles nuestro cariño, no presentarnos nunca como seres superiores a los demás, ser altruistas, honestos, tener algún detalle, y que se puede estar en desacuerdo con ellos y la amistad seguir intacta.
En una relación, cuando el diálogo es puro monólogo, esa persona no elige amigos, quiere gente para que lo escuchen, son seres oscuros que prevalece en todo momento su yo, hasta razonan con argumentos pseudomoralistas y así actúan con manifiesta superioridad, creo son fáciles de descubrir así, cuando se tope con uno de éstos, lo mejor es cortar por lo sano, dejar de beber veneno y con” la música a otra parte”.
Que diferente es lo que nos aporta Martin Descalzo:
Dejad que el amigo sea lo que es, que prevalezca el respeto, la imaginación, la franqueza y la generosidad, y ¿cómo no? la aceptación de los fallos.
Los amigos dan lo que tienen, lo que hacen y lo que son.
Intercalamos en este preciso instante un estudio científico sobre los amigos.
Según el antropólogo Robin Dunbar, la cantidad de personas con quienes podemos relacionarnos, es de ciento cincuenta, hecho, que está relacionado con el tamaño de la neocorteza cerebral y su capacidad de proceso.
La neocorteza está asociada con el conocimiento del lenguaje y existe una razón entre la relación del tamaño del cerebro con el número de personas que componen el grupo, que queremos se relacione con nosotros normalmente.
Se amplían estas cifras y comprobemos de lo que somos capaces:
Podemos tener:
Quince buenos amigos.
Cincuenta amigos.
Ciento cincuenta contactos significativos.
Quinientos conocidos.
Y se pueden reconocer a mil quinientas personas.
En las extrovertidas estas cifras tienden a expandirse y en las introvertidas a retraerse.
Sabemos que la relación con la máquina, no es igual que la personal, se llora mejor en el hombro con un abrazo verdadero, que apoyamos en los virtuales.
Diferente amigo, diferente esfuerzo para comunicarte y no se pueden tener infinitos amigos, pues carecemos de tiempo y capacidad para ese empeño.
En la amistad es muy importante reconocer los errores, no mentir, no monologar, cumplir nuestra palabra, escuchar, aconsejar y aprender a perdonar, sonreírles, abrazarles, pues por algo son nuestro ”paño de lágrimas”.
Los amigos se eligen, en la familia se nace.
Volvamos a otras frases interesantes, que parece nos hacen pensar.
Cicerón decía “¿de qué sirve la prosperidad, si no se comparte con amigos?”
y Alberti nos transmite “que suerte he tenido de nacer, para estrechar la mano de un amigo.”
En las canciones, también, están impregnados sus valores.
En “Son mis amigos” Amaral nos aporta:
“Son mis amigos, en la calle pasábamos las horas,
son mis amigos por encima de todas las cosas”
y Toni Cruz canta :
”Hay un amigo en mí, y cuando sufras me tendrás”
Es alentadora esta fidelidad, ¿no?
¿Verdad qué cuando tatareamos
“Amigos para siempre” se nos ensancha el corazón?
Y ésta de aires sevillanos ¿qué? “Algo se muere en el alma cuando”…bueno, si hasta parece que estamos viendo a” Chanquete” en mejor vida, pero precisamente, ahora es cuando lo sentimos muchísimas personas, al ver cómo este Covid maldito, ha segado tantos familiares y amigos, la hemos cantado sí, pero con una carga de amor inusitada hacia ellos, se escapaba de nuestros labios, como una oración para unos, como suspiros contenidos para otros.
No quería que faltase la sabiduría popular del pueblo, y tengamos en cuenta que “A quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija”
Y “Que obras son amores y no buenas razones”.
Entresacamos, que los sentimentalismos son una cosa, las entregas, otra.
Y cuantas veces y con qué cariño hemos cantado: “Feliz, feliz en tu día amiguito que “…
Con el mismo tema le cantamos a Jesús el Nazareno:
“Que detalle, Señor, que has tenido conmigo, cuando me miraste, cuanto me dijiste que tú eras mi amigo”… Y en “La Barca” entonamos…”amigo bueno, que así me llamas, Señor me has”…
Por experiencia sabemos que se quieren a unos amigos más que a otros, eso es natural, por uno u otro motivo Jesús tuvo predilección por Marta, María y Lázaro, y se hospedaba siempre que iba a esa comarca, en su casa.
Difícil de responder quien es nuestro amigo/a predilecto ¿no?
Jesús, quiere amigos pacíficos, humildes y de almas puras, y cómo sabemos y hemos visto anteriormente, al que se aleja y le traiciona, le sigue llamando amigo.
Afirmo que las personan que tienen a Jesús de Nazareth por amigo poseen un tesoro, y respeto, por supuesto otro modelo de sentir y de pensar.