Tras dos artículos con las tendencias literarias he pensado hacer un alto en el camino y volver a sumergirme en “El Quijote” y luego completar otro día, todo lo que queda pendiente sobre los estilos literarios.
Para mí el modo de leer esta novela es diferente a toda obra, pues me recreo mucho en ella, así me centraré en los rasgos morales tanto de don Alonso Quijano como de Cervantes, una etopeya doble.
Siempre que retomo su lectura me propongo vivir una aventura y leyéndolo de ese modo, profundizo cada capítulo y rio, lloro, pienso, sigo aprendiendo y siempre me emociono.
Para entenderlo, lo primordial es transportase a costumbres medievales tardías o prerrenacentistas y sentir la vida como en aquellos tiempos.
Escritores y centros culturales de la época, vieron que esta predilección por las novelas de Caballería se habían desbordado, jugando a ver quiénes inventaban las aventuras más disparatadas, y ¡voilà! es aquí donde nuestro genio Don Miguel de Cervantes, de un plumazo, con una crítica jocosa y socarrona, logró eliminarlas del mapa.
“Don Quijote de la Mancha” dejó atrás disparatadas fantasías, es precursora de la novela actual y motivo tenemos para sentirnos orgullosos que la mejor novela del mundo esté escrita en nuestra lengua.
La estoy interiorizando con más sosiego, con la capacidad de asombro renovada recreándome, en palabras en desuso, en aforismos, refranes, costumbres etc.
Muchas de ellas, si no las descubro por el contexto, las busco en el diccionario y cuando sé lo que significan y la comprensión es completa, la risa me aflora con más fuerza y espontaneidad.
Selecciono unas cuantas, que la verdad, no sabía por dónde cogerlas y comparto.
“Endriago” es un monstruo mitad hiedra y mitad dragón con extremidades de fieras.
“Vestiglo”, un monstruo horrible, producto de la imaginación.
“Adahala”, canal de tablas, por donde sale al mar el agua, que se extrae de una bomba.
Está henchido de refranes y yo en mi cuaderno anoto los que encuentro más inusuales: “El hombre sin honra, es peor que muerto” “El fuego muestra los quilates de bondad” “Tanto más fatiga el bien deseado, cuando la esperanza de conseguirlo está más cerca de poseello” “A otro perro con ese hueso” “Como si yo no supiera cuantas son cinco y cinco” y “Donde me aprieta mi zapato” etc.
Con el libro entre las manos, a veces lo voy dejando en mi regazo y vislumbro a Don Miguel de Cervantes, prisionero en Argel, esperando su rescate, la Batalla de Lepanto, donde lo hirieron, sus encarcelamientos, el lugar donde empezó a escribir esta obra y pienso en los avatares y sinsabores que tuvo que afrontar y me digo: voy a hacerle una entrevista sobre sus adversidades y por algunos personajes de su obra cumbre y de alguna que otra novela.
Por favor Don Miguel ¿qué le motivó escribir las quejas de Dorotea a Don Fernando cuando se encontraron?
Yo escucho, que a mí me dice y me responde: que para que sepamos que la nobleza no está en las venas sino en las virtudes y buenos actos.
¿Sabe, me ha dado mucha alegría que eligiese el puerto de Alicante, para que embarcase el cautivo? Por qué éste?
Y través del tiempo, pienso que me podía haber respondido que de Alicante a Génova era este el lugar idóneo de embarque así sería un viaje relajante que ya en Milán, tendría tiempo de unirse a la Liga Santa compuesta por los Estados Pontificios Venecia y España.
En la novela corta “El curioso impertinente” incluida en su gran obra ¿qué pretendía usted, entretenernos o moralizarnos?
Y sí, intuyo que me responde: las dos cosas.
Don Miguel, usted en el capítulo IV de “El Quijote” nos contó la paliza que Andrés recibió de su amo, atado a un árbol.
¿Por qué vuelve a sacarlo en el capítulo XXXI?
Y me parece me responde:
Que llevemos cuidado en querer resolverlo todo pues “más sabe el loco en su casa, que el cuerdo en la ajena.”
Creo que nos aconseja que seamos prudentes.
Una última pregunta Don Miguel, ¿a usted se le pasó por la cabeza escribir una tercera parte del Quijote?
No, no tuve ese deseo, la tercera parte de la historia del hidalgo y su escudero, las escribirán autores universales venideros hablando de mi obra, sobre todo de este amante de los libros, que perdió la razón, y que será inspiración para bellas obras futuras.
Muchísimas gracias Don Miguel.
Bueno como la pluma lo puede todo, yo he soñado un poco y me parecía escuchar su voz y…
Una cosa que me encanta de nuestro novelista cumbre, es que cada capítulo posee su autonomía y me agrada como incrusta pequeñas novelas y relatos con identidad propia dentro de esta magna obra.
En el capítulo XXXII vemos una divertida y moralizante novela titulada “El curioso impertinente”, que la tenía el ventero guardada en un cofre o arcón, novela que se le había olvidado a un huésped que pasó por allí y éste esperaba su vuelta para devolvérsela. Hacía un buen papel, pues al acabar la faena del día, siempre había un labriego que sabía leer y antes del descanso escuchaban embelesados las peripecias de los variopintos personajes.
Se encontraba allí, el cura, el bachiller, la hija del ventero, nuestro hidalgo, Sancho y Cardenio, y éste se ofreció a leerla, les enganchó y para ellos fue como ahora ver “Castle” o “Juego de Tronos”, etc.
Cuando se vieron el cura y el ventero, el clérigo, erre que erre, quería quemar unos libros que tenía éste último guardados, y algunos se trocaron en cenizas como “El Girondillo de Tracia”, Felixmarte de Hircania”, salvándose “El Gran Capitán, Gonzalo Hernando de Córdoba” y “La vida de García Paredes”.
Vamos a conocer a modo de tráiler algo de “El curioso impertinente”. Los protagonistas los sitúa Cervantes en Florencia ¿ven ustedes como a don Miguel no se le escapaba nada haciendo guiños a otras ciudades que no son españolas?
Nada, pues ya recordamos que Florencia está incluida en el Quijote y ahora vamos con los personajes, son Anselmo y Lotario, amigos íntimos, Camila, mujer de Anselmo, la doncella Leonela y su amante, y algunos personajes esporádicos que aparecen según se va deshaciendo el nudo.
El tema es la grandeza de la mujer honesta y virtuosa. Pensaba sugerirles algo sobre la trama, pero no, muchos ya lo saben porque la han leído, la recuerdan, y quienes no lo hayan hecho o apenas la recuerden, en honor a ellos, no veo conveniente adelantarles nada, pues es una novela corta e intrigante, la cual les garantizo se la van a beber como un refresco si deciden leerla.
Creo recordar que está en tres capítulos y me los tragué enseguida imaginándome finales diferentes y el real, ni me paso por la imaginación, pero tiene la característica que desde el comienzo hay un suspense continuo, como lo sentimos en las películas de Alfred Hitchcock.
Y como no tengo prisa de leer la novela de un tirón, viajo de un capítulo a otro y he recordado en los primeros, cuando ya están casi todos los libros quemados en la hoguera, que emparedan la pared de su biblioteca, y cuando se levanta el pobre hidalgo, va en busca de un libro y no encuentra nada y va pasando la mano por la pared y nada. A mí me da un pequeño escalofrío, pues me pongo en su lugar, es un pensamiento recurrente, me viene mucho a la cabeza y sí, comprendo a nuestro pobre hidalgo, pues no entiendo una casa sin libros.
Pienso en los escritores y poetas que han escrito sobre “El Quijote” y recuerdo un poema de León Felipe que lo llamab”El payaso de las bofetadas” y el extraordinario libro de Unamuno sobre “El Quijote y Sancho”, muy aconsejable para entender bien las aventuras de nuestro hidalgo y escudero, pero bueno, también se saca su enjundia leyéndolo después.
Don Miguel de Cervantes en su obra universal por medio de los dos protagonistas, liberó a presos, galeotes, idealizó a Aldonza Lorenzo como Dulcinea del Toboso…
Les dio tanta veracidad, que parecen seres vivos, pena daba de ver al pobre hidalgo cuando volvía al pueblo en una carreta de bueyes, y no quiso escuchar a Sancho cuando le decía que la polvareda que veían no era un ejército sino un rebaño de ovejas, y para él fue una ofensa que, cuando se encontró con unos mercaderes no reconocieran que doña Dulcinea era muy hermosa y en la lucha por defenderla lo dejaron malparado.
En sus pláticas habituales, Don Quijote le decía a Sancho, que los caballeros andantes, se ayudaban entre sí.
Sus coloquios se complementaban, uno con un idealismo exorbitante y el otro, con un realismo a ras de tierra y Cervantes como antes dije, nos regala estos dos personajes, que nos parecen estar vivos, con las características físicas acordes con su modo de pensar, nos lega con esta obra maestra, el modo de solucionar conflictos.
Esta novela cargada de realismo e idealismo, Cervantes nos hace pensar que estas dos tendencias han de estar presente en la vida y lo que más, creo yo, que nos sigue aconsejando, es que seamos individuos equilibrados acorde con nuestra fantasía y realidad.
No podía Cervantes elegir un final más hermoso, pues el Quijote, se sanchifica y Sancho se quijotiza.
Todo esto me ha motivado repasar un álbum que en el año mil novecientos sesenta y siete, llevaron a cabo un grupo de alumnas con recortes del periódico ABC de aquel año, en el que se celebraba el trescientos cincuenta aniversario de la muerte del gran novelista
En él se encuentra la casa donde murió Cervantes, la estatua de honor de Don Quijote y Sancho en la Plaza de España de Lorenzo Coullant Valera, el primer monumento a Cervantes en la Plaza de las Cortes en tiempos de Fernando VII, una lápida con relieves alegóricos en la calle de Atocha donde se imprimió El Quijote, vemos la Iglesia de la Trinitarias donde desaparecieron los restos de Cervantes, y, en la calle que lleva su nombre, observamos en la foto un punto de fuga espectacular; también tenemos la Ciudad de Argel en tiempos cervantinos y un grabado veneciano de la batalla de Lepanto, y el teatro Bolshoi de Moscú, donde se le recordó con un homenaje por todo lo alto.
Y metidos en algunas páginas del trabajo vemos a don Quijote luchando contra los molinos de viento, y en otras, a él enjaulado en una carreta, a Sancho defendiendo su Ínsula, la portada de la edición primera de nuestra joya literaria, el principio del primer y segundo capítulo de la primera parte, una hermosa lámina cuando el mozo Andrés era azotado por su amo.
La aventura de los carneros pintada por de Moreno Carbonero, la primera salida de Don Quijote y Sancho de Gustavo Doré, su silueta clásica, erguido fundiéndose en la oscuridad de Doré, el recibimiento que dispensó a la bella Dorotea, en Sierra Morena de Zamorano, y Sorolla nos legó su muerte con esas pinceladas plenas de vida. Del pintor Garbayo “El caballero de los espejos”, es espectacular, se nos ofrece a la vista otra vez los molinos con Dalí, el manteo lo ilustra felizmente Stéphen Bagot y los dos aventureros de Picasso.
Contamos con una portada japonesa y otra china de autores desconocidos y Segrelles, el pintor del azul, que porta su nombre, lo vemos cuando Don Quijote sale por la puerta del corral y otros dos limpiando las armas y cuando el cura y el bachiller guiaban la comitiva para entrar en el pueblo.
En la Opera de Londres en 1950, don Quijote fue interpretado por Robert Helpman en el Ballet de Sadler Welle y Dulcinea, por Margot Fonten y tenemos una decoración teatral para el Covent Garden dibujado por Bunre, yVicent Korda realizó otras para el cine encargadas por Michael Told poco antes de su muerte.
En la ruta del Quijote vemos los siguientes lugares, Quintanar de la Orden con el pozo de la cadena, Argamasilla de Alba, vista desde la torre de la iglesia y en esta misma ciudad se encuentra la Cueva de Medrano, en la cual según la tradición se escribieron los primeros capítulos, Villacentenos al oeste de Argamasilla de Alba, el Torcal de Chequilla (Guadalajara), donde las piedras parecen cabezas de gigantes, y las rocas tienen formas fantasmagóricas, Valdepeñas en Ciudad Real, Aldea del Rey con las ruinas del Sacro Convento en ruinas del castillo de Calatrava (Ciudad Real).
Típicos tejados de Campo de Criptana, y la puerta de Toledo en Ciudad Real, molinos en la Mota del Cuervo, Argamasilla con un detalle del Corral de las Comedias, Puerto Lápice con un dibujo de Don Quijote y Sancho, Madrilejos con la Casa Cueva en la calle Miguel de Cervantes, La Plaza Mayor de Almagro.
En Puerto Lápice una puerta antigua, y la Cueva de Don Quijote, y damos fin con una calle típica de Belmonte en Cuenca.
Tras la lectura de este artículo, mi mayor deseo es que el Quijote vuelva a sus manos y abriendo sus páginas al azar lean ese capítulo despacio con tranquilidad, sabiendo tienen una joya literaria para disfrutar.
Seguro repetirán.
¡De verdad, merece la pena!