domingo, octubre 13, 2024

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​Yanquis y chinos en orden de batalla

Hoy la Bolsa española abre hacia arriba, como un cohete; pero no, no es su mérito, sólo es el reflejo de la sesión de la Bolsa de Shanghái que acaba de batir records de cinco años, en lo que no deja de ser una escaramuza más de la guerra económica que ya lleva unos años entablada entre China y los EEUU. Lo que empezó Richard Nixon, hace ya muchos años, en 1972, como una forma de desequilibrar a la Unión Soviética, pasó a ser más tarde un nuevo gran mercado, después la gran fábrica –a precios de saldo- de casi todo el mundo, y cuando se quisieron dar cuenta tenían un temible competidor delante de ellos.

China, donde nació la pandemia, ha sabido gestionar la situación gracias a la mano de hierro que los gobiernos totalitarios tienen para imponer medidas de orden y disciplina; y también mediante el uso de sus descomunales reservas de divisas y de deuda ajena que le han servido, y sirven, para inyectar ingentes cantidades de oxígeno a su economía. La Bolsa, que para lo bueno y lo malo suele avanzar los cambios, consciente de que saldrán en cabeza del mundo, hoy ha reaccionado con un gran salto hacia adelante, pero esta vez más sólido que el que pretendió dar Mao Tse Tung y que costó enormes sufrimientos y millones de vidas.

China lleva años avanzando tímida y militarmente en el Mar de la China, que aunque no es suyo es vital controlarlo para asegurar las rutas logísticas que alimentan al gigante y para afirmar su supremacia regional. Los EEUU, ya con Obama, han desplazado su poder naval hacia Oriente, intuyendo que es allí donde tendrán que demostrar que siguen siendo el guardián del Orden mundial. Pero todo debería seguir siendo una simple exhibición de músculos pues China se sabe, o sabía, incapaz por el momento de algo más que sacar los dientes. ¿Seguimos ahí?

China son dos. La China Han, agrícola y marítima, donde se genera, desde hace milenios, la riqueza del país, y la China del gran cinturón de estepas y montañas generador de hambre y de invasiones hacia el corazón chino. Hoy todos ellos, Mongolia, el Xinjiang, el Tíbet, están bajo control de Pekín y la calidad de vida ha mejorado claramente, aunque el pago haya sido la libertad. China está a punto de ser una, y eso debería preocupar a los EEUU y al resto del mundo; los indios ya lo comprueban.

Lo que nos dice la Bolsa de Shanghái es que, aunque caiga la demanda mundial, la demanda interna china y sus reservas serán capaces de sacar indemne al país de la apocalíptica crisis económica que se nos viene encima a los mortales y los EEUU están ocupados en plena campaña electoral, con un presidente desnortado braceando agitadamente para no hundirse. Buenos tiempos para los augures y estudiosos de la geopolítica.

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