viernes, 13 diciembre, 2024

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El Noble y Antiguo Arte de la Cetrería en España

La cetrería nace de la espontánea cooperación entre el hombre y un ave de presa. Es muy probable, como describen casi todos los autores, que hayan sido los pastores de las grandes llanuras de Asia Central quienes hayan sido los primeros en establecer una relación de cooperación en la caza entre un hombre y una rapaz.

La información acerca de la cetrería en nuestro país es abundante sobretodo en Al-Ándalus, siendo de destacar el Calendario de Córdoba, una obra árabe de astronomía que contiene un apartado dedicado a informaciones agrícolas al final de cada mes y dentro de las cuales hay numerosos detalles a cerca de la práctica de la cetrería en este territorio. Incluye notas ornitológicas y detalles indudablemente cetreros, como cuándo comienza y concluye la temporada de caza, y cómo se deben encerrar para la muda los halcones entre los meses de mayo y agosto.

En el Libro de Testamentos de la Catedral de Oviedo, (Liber testamentorum, entorno al año 1118), aparecen mencionadas por primera vez las azoreras, es decir, los lugares donde había nidos reproductores de azores.

Durante el Renacimiento la cetrería conserva aún su esplendor y cierta primacía sobre las armas de fuego y otras técnicas venatorias, lo que se demuestra en los tratados que se compusieron a lo largo del siglo XVI, como es el caso del Libro de Cetrería de Caza de Azor, de Fadrique de Zúñiga y Sotomayor (Salamanca, 1565) o El Arte de Caça da Altaneria de Diogo Fernandes Ferreira (Lisboa 1616). 

También algunos viajeros dan cuenta de algunas jornadas cetreras de la casa real española, como la partida a la que Fernando el Católico llevó a su yerno, Felipe el Hermoso, cuando éste y su esposa, la princesa Juana volvieron a Castilla en 1502 para ser jurados como herederos por las Cortes: “ El jueves, 16 de dicho mes, el rey llevó al príncipe al campo, y le mostró su manera de cazar pájaros. El rey tiene la costumbre de ir dos veces a la semana al campo y, desde por la mañana, que monta a caballo, no vuelve hasta la noche, haga el tiempo que haga, y no cesa de volar sus aves de cetrería. Y, si el tiempo no es muy malo, hay ciento veinte halconeros, y cada uno lleva un halcón de los cuales maneja él casi siempre la mayor parte. Y, llegando al campo, hace poner a cada uno en su sitio, lo más lejos que puede. Y, encuentre lo que sea, milanos, garzas reales, perdices u otros pájaros, lanza contra ellos tres o cuatro de diversas especies y hace volar a todos de una vez, y no maneja ningún hombre esas aves, más que los halconeros. El rey y toda su gente no intervienen, aunque vean una cosa propicia”.

Los halconeros eran elegidos entre las familias Nobles de los antiguos reinos españoles y antes de incorporarse al servicio de Su Majestad, debían demostrar sus maestrías en el arte de la cetrería y en solemne ceremonia pública, jurar fidelidad al Rey. A partir del siglo XVII, pertenecer al Gremio de Halconeros era una distinción tan apetecida, que los Reyes permitieron la concesión de hasta 50 títulos de Halconero Honorario, para honrar a determinadas familias a las que se quería distinguir.

Sin embargo con el real decreto de Fernando VI (1748), la cetrería estuvo a punto de desaparecer.  En el mismos se ordenaba la extinción de la Real Caza de Volatería y el Real Cuerpo de Halconerosde la Casa Real, todo ello «atendiendo a las muchas quejas que sus vasallos de los alrededores de Madrid le habían presentado respecto de los muchos gravámenes y perjuicios que el ejercicio de esta real diversión significaba para sus haciendas», estos vecinos de los alrededores de Madrid se quejaban porque, según parece, por medio de una real cédula de Fernando el Católico, datada el 11 de abril de 1478, se estableció en los Carabancheles el «aposentamiento de mis cazadores», pero los impuestos que los de Carabanchel tenían que pagar eran tales que el rey se vio obligado a cancelar todos los privilegios de los que disfrutaban los cetreros reales.

Con Carlos III hubo un intento de resucitar la Real Volatería, pero con una inversión y gastos menores, lo cual se evidencia 

por el mismo nombre de Pequeña Real Caza de Volatería, de la que se sabe por medio de un memorial, sin fecha, debido al Duque de Frías. 

Desde ese momento la cetrería se convierte en algo erudito, en algo de épocas pasadas, pero que seguía teniendo un toque exótico ya que afluían las noticias de su práctica en los países islámicos. De manera que a lo largo del siglo XIX comienza la labor de rescate y coleccionismo de los viejos tratados medievales, no solo de cetrería, sino de caza en general con autores como Enrique de Leguina, Francisco de Uhagón o José Gutiérrez de la Vega. 

Así, en 1869, la Sociedad de Bibliófilos Españoles publicó por primera vez el Libro de la caza de las aves de Pero López de Ayala, que sería reeditado diez años después, en 1879, por José Gutiérrez de la Vega, un político conservador que se preocupó de recuperar esos antiguos libros, tanto publicándolos en gruesos volúmenes de su Biblioteca Venatoria Española, como hizo con los libros de Ayala y Juan Manuel , como en el periódico quincenal La Ilustración Venatoria.

El siglo XX en su primera mitad no tuvo mucho más interés por la cetrería. Algún libro y artículo escrito por el Duque de Medinaceli, pero más como cosa curiosa e histórica que como práctica real, si se exceptúa el uso del gran duque (Bubo bubo) para atrapar otras rapaces; así, Javier de Ortueta, que presenta un panorama de la caza en Castilla en el primer tercio del siglo XX, dice que «la cetrería es hoy caza exótica, que pasó a la Historia. Yo no la he presenciado nunca, pero he oído referir a amigos, buenos cazadores, que hace algunos años había en una de las provincias de Murcia o Alicante algunos halcones educados» (1934).

Años más tarde, en 1954, se da a conocer el gran divulgador y difundidor de la cetrería, Félix Rodríguez de la Fuente, al publicar dos breves, pero entusiastas artículos, sobre la cetrería y su práctica. En estos dos primeros artículos aún no conocía los textos clásicos medievales castellanos, como se evidencia por el hecho de que a las lonjas las designe como trahilla traílla, al tornillo como doble anillo cimbel al señuelo. A partir de esos momentos la cetrería va ganando adeptos que se encuentran por toda España (Aspe, Barcelona, Estepa, Madrid), hay unos primeros intentos de crear un Club Cetrero e incluso se creó un Centro de Cetrería en Burgos dependiente del Servicio Nacional de Pesca Fluvial y Caza (Rodríguez de la Fuente 1956). Sin embargo, es un libro posterior, El arte de cetrería (1965 y 1970) el que crearía escuela y se ha mantenido como el libro de cabecera de los cetreros españoles, a lo que hay que añadir los inolvidables programas de la serie televisiva El Hombre y La TierraPor esta época empiezan a surgir los clubs de cetrería.

Aunque el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (I.C.O.N.A. ), se encargó durante estos tiempos de reglamentar la cetrería y de facilitar las aves a los cetreros españoles, la cetrería vivió unos momentos ambiguos y de leyes contradictorias. La ley de caza de 1970 aceptaba la cetrería como una modalidad más de caza y en una orden de 1972 se dictaban las normas sobre la posesión y utilización de aves para la cetrería, pero en 1973 las aves de presa fueron declaradas especies protegidas (decreto 2573/73), por lo que se venía a establecer la ilegalidad de la posesión de las mismas para la cetrería. Por lo que en 1976 se publicó un decreto (994/76) por el que se permitió el desnide de un número determinado de pájaros cada año para la práctica de la cetrería y sería la Junta Nacional para la Conservación y Control de las Aves de Presa, dependiente del I.C.O.N.A., creada por medio de una orden de 6  de mayo de 1977, la que estableciera qué pájaros y en qué zonas se podían desnidar.

Real Gremio Halconeros

En la actualidad, el Real Gremio de Halconeros se ha restaurado bajo el Alto Patronazgo de S. M. el Rey de España, conformando la agrupación cinegética más antigua del mundo. 

Sus principales objetivos, son la divulgación y recuperación de las tradiciones que unieron a la antigua Real Caza de Volatería, con la Casa Real de España y la Villa de Madrid; emular el servicio prestado por los antiguos halconeros que sirvieron leal y fielmente a sus monarcas;l estrechar los lazos históricos que unieron las antiguas culturas árabes, con la cultura española, a través del arte de la cetrería; así como la divulgación de la cetrería, como modalidad venatoria ancestral, de escasa incidencia sobre las especies cinegéticas y de carácter selectivo y no masivo. Un arte sutil y magnífico, expresión cultural de primer orden, basado en el conocimiento y respeto por el Medio Natural y especialmente por las aves rapaces. Una actividad que nos recuerda, que el Hombre, una vez, vivió integrado en la naturaleza.

En noviembre de 2010 la cetrería fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, por ser uno de lo métodos de caza tradicionales más antiguo, selectivo con las presas cinegéticas, no contaminante y respetuoso con el medio ambiente.

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