Una era no equivale simple y exclusivamente a una dinastía, incluye igualmente al pueblo, la sociedad, el país y la cultura. Sin Isabel I no habría habido Era Isabelina, pero sin Shakespeare o Ben Jonhson tampoco. En Irán la Era Pahlavi, tan mal vista por los fundamentalistas y ultraizquierdistas, que tan vilmente han tratado de falsificar a su favor esa era representándola como una era de opresión y decadencia, está levantando nostalgias ya no solo en una parte de la sociedad. Todo un país está volviendo al pasado, no para revivirlo, sino para escribir el futuro.
Imaginad ahora un 15 de diciembre de 1925, una sesión extraordinaria en el Majlis, Parlamento de Teherán y órgano representativo del pueblo persa en ese momento. Todos los políticos están votando a favor de un nuevo gobernante, en sustitución del anterior y que ya se encuentra de camino al exilio en París. Ahmad Shah Qajar, Shah de Persia, pero ahora destituído por votación 3 días antes y último representante de la dinastía que apenas ha reinado un siglo y medio (1785-1925) ha decidido irse al exilio tras 16 años de reinado turbulento. En esos últimos años Persia, antes de llamarse Irán, había conocido de todo menos la paz. El país estaba fragmentado y en manos de señores de la guerra o tribus que se disputaban el control terrenal entre ellos, los rusos y británicos intentaban por todos los medios anexionarse el país para controlar el flujo de petróleo en el Golfo Pérsico mientras los Shas Qajar vivían encerrados en sus palacios de Teherán ajenos a la realidad y miserias del pueblo. La gota que colmó el vaso fue durante la Primera Guerra Mundial, porque pese a que se declaró neutral, tropas inglesas y rusas ocuparon el país. Los ingleses impidieron la importación de trigo y otros alimentos, lo que, sumado a otros factores como la sequía y la especulación, provocó una escasez masiva de alimentos básicos como el pan. A ello se sumaron la aparición de una epidemia de cólera y la incapacidad del Shah para frenarlo. Aquella tragedia conocida como la Gran Hambruna Persa de 1917-1919 causó la muerte de al menos 10.000.000 de personas, un quinto de la población iraní. Una vez que los británicos se retiraron surgió una nueva amenaza, la URSS. Por dos veces intentaría Moscú invadir el país, una en 1921 y la otra en 1947, entrando por la provincia del Azerbayán Iraní, fue lo que se llamó el Terror Rojo. En ese momento, surge del ejército Reza Shah, un general de la brigada cosaca persa y de etnia mazandaraní. Es un hombre rudo y que apenas sabe leer y escribir, hecho a sí mismo, pero con un gran talento militar y gracias a él los rusos son expulsados del país. Convirtiéndose en héroe el Shah lo nombra Ministro de Guerra en 1921 y en 1923 Primer Ministro de Irán. Es consciente de que el país tiene que cambiar de gobernante para salir del agujero en el que está, así que en 1925 da un golpe de estado y Ahmad Shah abdica y huye a Francia.
El plan original de Reza Shah era convertir el país en una república, como en su país vecino Turquía, pero se dio cuenta pronto de que el clero no estaría de acuerdo ni tampoco la sociedad, que siempre había tenido un sumo respeto por la monarquía. Decidió someterse al voto del Majlis y el 15 de diciembre de hace 100 años 273 votos a favor y 3 abstenciones lo colocaron en el trono del Pavo Real.
Reza Shah inició la construcción de carreteras, puentes, presas y vías de ferrocarril. Creó el primer Banco Central de Irán y la primera Universidad, acabando con el dominio británico sobre la economía y con el dominio de los mullahs sobre la educación, mandando a cerrar varias madrazas donde solo se estudiaba el Corán. Impuso la moda occidental para hombres y mujeres, aboliendo el uso obligatorio del burka, dejando el hiyab para uso de libre elección. Mismamente la inauguración de varios hospitales acabaron con enfermedades como la malaria y las mujeres empezaron a acudir a la universidad.
Lenta pero progresivamente logró mejorar bastante Irán en esos años. En el ámbito privado era un hombre de costumbres militares. Nunca durmió en los aposentos del palacio imperial pese a vivir en él, sino en un colchón en su despacho y se levantaba a las cinco para trabajar.
En 1941 la URSS y Gran Bretaña invaden el país de nuevo. La excusa era de que Reza Shah admiraba a Hitler y los alemanes podían entrar en Irán. Londres había exigido la expulsión de la colonia alemana del país, en un principio el Shah se negó pero luego se vio obligado a ello. Realmente la ocupación, que duró hasta 1947, se debió a la posición estratégica de Irán, no por otra cosa, incluso Teherán fue bombardeado. Reza Shah abdicó el 16 de septiembre de 1941, pasando la corona a su hijo Mohammad Reza. Murió en Johannesburgo en 1944 a los 66 años.
Su hijo, quien reinó hasta 1979, llevó al culmen las reformas de su padre, no sin antes aplastar una invasión soviética en 1947 de nuevo en Azerbayán y un intento de golpe de estado en 1953 por parte de su Ministro Mossadegh. En 1963 con el referéndum de la Revolución Blanca Irán quema los puentes de los tiempos difíciles y entra en la era moderna definitivamente. Eso incluyó emancipación absoluta de la mujer y su derecho al voto, libertad religiosa y sexual, repartición de tierras a los campesinos, laicismo estatal y leyes nacionales de protección a etnias y grupos minoritarios etc. Los ingresos del petróleo permitieron que Irán hubiera podido ser en 1986 o 1991 un país del Primer Mundo. Por desgracia algunos errores como la influencia americana que el Shah trató de acortar, la corrupción de algunos ministros, la brecha social que afectó al sector de la sociedad menos favorecido por las reformas y la SAVAK hicieron que aquel legado se interrumpiese en 1979. Interrumpido, que no eliminado. Soy de los que piensan que un legado así no perece. A Reza Shah lo llaman en Irán, pese a la censura, el Padre del Irán Moderno, porque lo fue. Cierto, tenía un carácter autoritario, en eso su hijo fue más benevolente pese a sus errores, pero sacaron a un país de la Edad Media podemos decir. Creo que es la mejor manera de reflejar estos 100 años.
