viernes, abril 26, 2024

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40 años sin el Shah

Ha muerto la sanguijuela del siglo XX anunciaron los periódicos en Teherán aquel 27 de julio de 1980 cuando la noticia del fallecimiento de Mohamed Reza Pahlavi se anunció al mundo a través de la presidencia de Anwar-Al-Saddat en el Cairo. Entraba así en fase un nuevo período que a día de hoy rige los destinos de Irán y del mundo occidental.

La figura de Mohamed Reza Pahlavi aún despierta interés entre los iraníes jóvenes, aquella generación que nació tras la Revolución de 1979. Muchos le siguen odiando, otros sin embargo siente cierta simpatía por los 38 años que reinó en Irán en que si bien su gobierno fue absolutista, su política se podría considerar como una mezcla de  aperturismo reformista y democracia social. Algunos como el historiador Andrew Scott Cooper lo ven como un demócrata frustrado que fue incapaz de desprenderse de ese misticismo oriental por el que creía que Dios lo había elegido para llevar a Irán al futuro.

Incluso para mi el Shah es una figura con dos caras.  Por un lado admiré su programa de reformas, la Revolución Blanca de 1963, en que Irán dio pasos agigantados a los derechos e igualdad de la mujer, el rescate de la herencia persa, la permisión de la homosexualidad, los casinos y el turismo internacional, el Shah quería que Irán recuperara su identidad y ponerlo entre las naciones avanzadas y eso lo aplaudo, pero por otro lado el lujo, el absolutismo y la represión de la SAVAK me causaron indignación.

Si fuera iraní y me preguntaran que opino sobre el último emperador persa diría:

-Fue un monarca avanzado a su tiempo y consiguió sus fines, pero por otro lado, no prestó atención a las quejas de los que quizás más le necesitaron y esos mismos serían los que luego le echarían de Irán. Tenía que haber iniciado una transición de la autocracia a la democracia parlamentaria en 1974 cuando el país ya estaba en muchos aspectos preparado para ello.

Y así, el 29 de Julio de 1980 los restos del Shah fueron enterrados en la Mezquita de Al Rifa’i, en el Cairo, al lado de su antiguo cuñado, el Rey Faruq I, último monarca del país del Nilo. La ceremonia estuvo presidida por Saddat y con la Emperatriz Farah Diba a la cabeza. Todo Egipto rindió homenaje, por así decirlo, al último descendiente de una monarquía que había sobrevivido a 2.500 años de invasiones, guerras, cambios de dinastía, así como momentos de esplendor y poder absoluto pero que no sobrevivió a los fuegos del fundamentalismo y al abandono internacional.

Y ahora en las protestas que azotan Irán desde noviembre de 2019 el nombre del Shah se canta en las calles, evocando un tiempo en que si Irán no fue libre políticamente, si que fue avanzado y libre socialmente y respetado a nivel internacional, algo que hoy está lejos de poseer, pero la última palabra no está dicha. Serán los iraníes quienes un día la digan y espero que, si miran al pasado, aprendan de ello y con ese pasado puedan construir un futuro mejor para el antiguo Imperio Persa. Mismamente deseo que a la antigua familia imperial se le conceda la oportunidad de enmendar los errores de sus predecesores y que tengan un papel en la futura transición iraní, la cual muchos desearían que fuera como la nuestra tras la muerte de Franco. Sea así.

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