«Desgraciados los estadistas que no necesitan de la opinión pública» – Madame de Staël
Si el residente de la Moncloa tuviese a bien a leer las opiniones del pueblo, del cual solo 12.000 fueron a apoyarle en estos 5 días de interregno, vería que un alto porcentaje de esa opinión, de pensamiento libre y no adoctrinado, desearía verle marchar.
Aplaudo su brillante interpretación ante las cámaras, eso lo digo con todo el respeto del mundo. Somos un país dado al teatro, en especial al corral de la comedia, pero toda tragedia griega es bienvenida también y hoy ha habido una brillante combinación de ambas. Pero no debe sorprenderos queridos lectores. Sabíamos desde el principio que no se iba a marchar.
Uno cree que de situaciones extremas puede salir fortalecido, pero olvida que la debilidad forma parte también de la especie humana, y más aún de la especie política. Yo, sinceramente, he visto a un hombre débil, tratando de hacernos creer a todos a través de su oratoria Ciceroniana que ha resurgido de sus cenizas, cual Ave Fénix, pero el fuego a veces consume en vez de regenerar. Mi pregunta es ¿Debe un país entero arder con sus ciudadanos e instituciones libres? ¿Qué hemos de esperar ahora?
He aquí que os digo lectores míos que sigáis luchando contra cualquier tipo de autoritarismo y cualquier dictadura en ciernes. No me cansaré de repetirlo. Son ustedes los auténticos soberanos de España y no este gobierno, que repleto de aduladores y pagados a buen sueldo, se asimilan más bien a la corte de Nerón, quien a pesar de cantar tan mal se llevaba los aplausos y los laureles de oro, rodeado de sus catamitas y eunucos. Como buen amante del teatro que soy diré que hoy he visto a Nerón haciendo uso de su arte trágico, pero no por ello deja de ser alguien débil y que más tarde o más temprano se acabará por caer del escenario, ya sea por su propio peso o el de la opinión pública.
