Cuando se habla del Imperio Mexicano muchos creen que se refieren directamente al que rigió al país centroamericano entre 1863-1867, aunque en realidad ese fue el Segundo Imperio, porque 40 años antes, tras consumarse la independencia de México y el fin del Virreinato, hubo un Primero y regido por Agustín de Iturbide o Agustín I.
El Primer Imperio Mexicano apenas duró 2 años (1821-1823) pero es interesante ver como al independizarse de la Corona Española fue el único país que adoptó este sistema de gobierno, uno monárquico, mientras que el resto de los territorios españoles tornaron en repúblicas, siguiendo el modelo americano.
Agustín de Iturbide (1783-1824) militar mexicano, y oriundo de Michoacán, apoyó en las primeras 4 etapas de la Guerra de la Independencia al ejército realista borbónico que buscaba mantener el Virreinato, pero en 1821 se pasó al bando insurgente siendo él quien consumara la independencia de México y tras la firma de los Tratados de Córdoba, convirtiéndose en héroe nacional para muchos.
Formándose un Junta que más tarde se convirtió en el Primer Congreso Agustín la presidió, y se estableció un Consejo de Regencia de 5 miembros con Agustín como Presidente-Regente. Agustín además tenía en mente mantener la forma de gobierno monárquica en el país, así lo dejó por escrito en el Plan de Iguala, el cual amparaba tres garantías:
- La independencia de México.
- La conservación de la religión católica.
- La unión de todos los habitantes de la Nueva España, refiriéndose a los mexicanos y españoles (después históricamente aplicado a los pueblos indígenas).
El plan no cambiaba del todo la situación social del país, sólo la política, dando más poder a los criollos y a los mexicanos, pero invitando a un monarca europeo a tomar el trono del Imperio Mexicano. Ningún monarca lo haría, para evitar conflictos con España quien no reconocía la independencia de sus ex colonias americanas. Por eso Agustín fue proclamado Emperador de México al año siguiente, siendo coronado el 21 de julio de 1822 junto a su esposa Ana María en la Catedral de Ciudad de México.
Pronto el Primer Imperio se encontró con muchos frentes abiertos, añadiendo además que mientras se redactaba la nueva constitución el Emperador gobernaba por decretos y estatutos, y muy pronto sus enfrentamientos con el Congreso fueron constantes, llegando a disolverlo. A esto se le sumó los enfrentamientos con el ejército republicano y borbónico que aún seguían con la guerra en el país.
El reinado de Agustín terminó el 19 de marzo de 1823 cuando abdicó al triunfar el ejército republicano y ante la negativa de Estados Unidos de reconocer su imperio, declarándolo el Congreso de la República Mexicana traidor y bajo pena de muerte si regresaba. Primero se exilió a Livorno, Italia, junto a su familia y posteriormente a Londres para regresar a México y recuperar el trono. Desembarcó el 15 de julio de 1824 en Soto de la Marina, pero pronto fue reconocido y arrestado el 16. El 19 y tras un juicio rápido fue fusilado a los 41 años.
De esta manera terminó el Primer Imperio Mexicano y solo en 1838 los restos del Emperador fueron autorizados a ser enterrados en la Catedral de Ciudad de México, donde aún siguen, expuestos en una urna de cristal. Sus descendientes aún viven, residiendo en Australia y temporalmente en Europa.
Cuarenta años después en 1863 se estableció el Segundo Imperio Mexicano y con Maximiliano de Austria como Emperador, quien lamentablemente, al igual que su predecesor, moriría fusilado cuatros años después y tras un reinado corto y turbulento. Pero esa ya es otra historia. Al cumplirse este pasado 21 de julio 200 años de la coronación de Agustín I me parecía interesante darlo a conocer, dado que el gobierno mexicano no se tomó molestias en recordar el evento.
IMÁGENES DE WIKIPEDIA SEGÚN AUTOR
