viernes, abril 26, 2024

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Un camello que cae atrae a muchos salteadores

El domingo, el papa Francisco  expresó su preocupación por la decisión del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, de convertir Santa Sofía en una mezquita. Después del rezo del Ángelus, Francisco aseguró que está “muy dolido” por la situación.

Era promesa electoral en su última campaña y ha generado sonadas críticas en la sociedad internacional, desde la «preocupación» de la UNESCO a países occidentales como Rusia y Grecia, pero también Estados Unidos o Francia, que han levantado la voz contra Ankara.

También relata el corresponsal de La Vanguardia en Estambul, Jordi Joan Baños, que la conversión a mezquita de Santa Sofía es el portazo definitivo de Turquía a Europa.

Este hecho, es una buena ocasión para que volvamos la mirada a Europa, en la que ha habido varios atentados yihadistas, siendo el acontecido en París, una astuta estrategia.

La estrategia fue elegir un objetivo que mostrase el rostro más anti – religioso de Europa, el rostro más laicista, el más hedonista, el más nihilista… Quisieron mostrar ese rostro, para que el islam se confrontara con el rostro de una Europa anti anti-religiosa. Fue una estrategia muy astuta.

Europa manifestó que los atentados de París fueron atentados contra la libertad de expresión, y ¡esos atentados no fueron contra la libertad de expresión! ¡fueron contra la vida y contra el derecho a vivir! Porque independientemente de que alguien esté equivocado o no, tiene el sagrado derecho a vivir.

Por haber picado este anzuelo, se ha generalizado la tesis de que el problema de la violencia lo tienen las religiones.  Los medios de comunicación realizaron un análisis superficial de lo ocurrido, exponiendo la tesis conclusiva de que las religiones son la fuente y la causa de la violencia. Se sostiene equivocadamente que las religiones creen en la “verdad” y, como consecuencia, este creer en la verdad lleva al hombre al enfrentamiento. “Si tú crees en la verdad, generas conflicto”. “La única forma de que no haya conflicto es defender el relativismo; que nadie crea en nada. Ésa es la tesis. Es una gran mentira .

El egoísmo, el materialismo, la soberbia, el deseo de poder, los celos, la envidia…, son las verdaderas causas de la violencia. Se ha ejercido la violencia en nombre de Dios; como también se ha ejercido la violencia en nombre del ateísmo. (al grito de “la religión es el opio del pueblo”).

Recuerdo que Monseñor José Ignacio Munilla, opinaba en una conferencia impartida el 10 de febrero de 2015, que es obvio, que los musulmanes que han sido acogidos en el proceso inmigratorio de Europa, son ciudadanos y son compañeros nuestros de camino con todas las de la ley. Y desde luego no son nuestros competidores.

Contó una anécdota que le ocurrió hace tiempo:

La directora de una Ikastola había escrito una carta a todos los padres, pidiéndoles que no eligieran la asignatura de religión. Era obligatoria ofrecerla, pero quería que nadie la eligiese para poder quitarla de la oferta del colegio. Cuando recibí esa noticia, dije para mis adentros: “Ya me imagino detrás de esta acción el perfil de la directora que tenemos”. Pero me llevé una sorpresa. Cuando indagué, me encontré que no era el perfil que yo me esperaba, sino que era una persona cristiana. Le llamé y le confesé que al ver el envío de esa carta, saqué la conclusión de que iba a ser de un perfil diferente…, pero que me había enterado que era cristiana y practicante… Lo cual me asombraba… Ella me respondió:

“Señor Obispo, es que, en el colegio, todos los musulmanes piden religión, y entre los cristianos piden muy pocos… Van a ser ellos más que nosotros, por lo que más vale que no lo pida nadie”. A lo que yo le respondí: “Déjales que nos den una lección; que remuevan nuestra conciencia. Están haciendo lo que tienen que hacer. Dios quizá se sirva de ellos para despertarnos de nuestro letargo. Ellos no son nuestra competencia”.

Dijo Monseñor,en esa conferencia, que nuestro gran enemigo, no perdamos la perspectiva, no es el islam, sino la secularización interna, el hecho de que hayamos perdido nuestras raíces y hayamos convertido a Europa en un gran supermercado. Europa es un cuerpo sin alma. Y cuando a un cuerpo le falta el alma, se descompone… tiende a la descomposición.

Es obvio que el yihadismo sí que es un enemigo. Y hay que hacer una seria reflexión ante la cobardía con la que está actuando la comunidad internacional para combatirlo. Hemos visto cómo los cristianos han sido erradicados; han sido expulsados de lugares donde vivían milenariamente. Ciudades como Mosul, que fueron cristianas antes que España. Y Occidente ¿qué hizo? Enviar unos drones.

No podemos olvidar que detrás de este drama se esconden, en primer lugar, grandes errores estratégicos de política internacional, dirá Munilla. Por ejemplo la Guerra del Golfo del año 2003, ante la cual San Juan Pablo II nos previno. Nos advirtió que se estaba cometiendo un gran error, porque el enemigo de Occidente no era Saddam Hussein, ni Al Assad. Ese tipo de dictaduras en sus países, en principio, permitían la libertad religiosa, incluso algunos de ellos tenían ministros cristianos. Tarek Aziz, por ejemplo, cristiano Melquita, era Ministro de Asuntos Exteriores de Irak.

Europa en este momento es como un organismo con cuerpo y alma: el cuerpo es el Euro, y el alma es la ideología de género.

Estamos ante una profunda “enfermedad moral”. Y la clave es que nos abramos a ese llamamiento de San Juan Pablo II de que el árbol esté firmemente establecido sobre sus raíces. Hay muchos gobiernos en Europa cuyo único argumento es el de la economía, y no tienen otro tema de qué hablar. No quieren hablar de antropología, pero quieren hablar de la prima de riesgo. Y  una cosa no sustituye a la otra. Hay que hablar de antropología, y de familia, y hay que hablar de vida.

La escritora germano turca Neclá Kelek declaró: Alguien me preguntó en cierta ocasión si consideraba a Alemania mi patria. Sólo pude decir que ni siquiera los alemanes (nativos) consideran a Alemania su patria. ¿Cómo se supone que podemos integrarnos en un lugar así?

Un proverbio árabe sostiene que “un camello que cae atrae a muchos salteadores”. Y de árabes se trata, precisamente. La gran cuestión es si esas decenas de millones de norteafricanos (cuyo porcentaje tenderá a crecer, pues los europeos nativos han dimitido de la procreación), perciben a Europa como una sociedad vigorosa, con fe en sí misma, con una identidad susceptible de ser admirada e imitada, o como un camello renqueante que está en las últimas. Máxime, porque esos inmigrantes tienen a su disposición una identidad civilizacional “fuerte”-la islámica-, que no es autocrítica, ni dubitativa, ni “cansada”.

Francisco J. Contreras, en una conferencia, aportaba este dato: el 70% de los inmigrantes turcos en Alemania están convencidos de que su religión es la única verdadera; sólo un 6% de los alemanes nativos creen lo mismo de la suya. El que quiera entender que entienda.

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