miércoles, mayo 1, 2024

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Rodrigo de Triana: el marino que Gritó…¡Tierra…!

La visión general de la Historia está plagada de grandes personajes a los cuales se otorgan exclusivamente los méritos de las grandes hazañas o descubrimientos, olvidándonos en el tintero muchas veces; que sin el trabajo de personas anónimas dichas proezas no serían más que una utopía irrealizable. Es el caso del marino Rodrigo de Triana.

Su verdadero nombre era Rodrigo Pérez de Acevedo nacido en el año 1469 en Sevilla…. Otras versiones no oficiales nos cuenta que fue un tal Juan Rodríguez Bermejo, hijo de Vicente Bermejo, musulmán convertido al cristianismo y que se dedicaba al comercio de la alfarería y otra versión nos cuentan que no fue Rodrigo sino Pedro de Lope, conocido como Pedro de Lepe que viaja en otra de las Carabelas de Colón la Nao Santa María quién fue el primero en avistar Tierra. En cualquier caso Rodrigo de Triana si bien, no consiguió la recompensa en metálico si se llevo la Gloria; debido a que es a él, y no a otro a quién se recuerda como tal, consiguiendo su inmortalidad.

Donde sí; existen dudas es acerca de su lugar de nacimiento, que dependiendo de las versiones podría ser Los Molinos en Sevilla, y residente en el barrio de Triana (siendo la opción más aceptada), también se baraja que naciera en Coria del Río o también en la localidad onubense de Lepe como apuntan otras versiones. Aunque el único documento histórico que se tiene constancia y que era conocido como Rodrigo de Triana es en el Diario de a Bordo de Cristóbal Colón que se encuentra en el Archivo de Indias en la ciudad de Sevilla.

Los historiadores más prestigiosos coinciden que sí; que fue Rodrigo de Triana el primer marino español que avistó el nuevo continente desde su puesto de vigía en la Nao La Pinta. El relato en cuestión sobre los hechos ocurridos durante la madrugada del 12 de octubre de 1492, a las 2:00 lo contaba de esta manera el Almirante Cristóbal Colón:

«…Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra y hizo las 

señas que el Almirante había mandado. Esta tierra vido, primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana»

Rodrigo divisó una pequeña isla del archipiélago de las Lucayas (Bahamas), conocida por los indígenas como Guanahaní , y Colón la rebautizó como San Salvador.

Bien se sabe; por el relato del Diario de a Bordo (Cuadernos de Bitácora) del Almirante Don Cristóbal Colón que el vigía de la Nao “La Pinta”, un tal Rodrigo de Triana, pasando dos horas de la medianoche del día 12 de octubre de 1492, gritó ¡Tierra! prueba evidente de que habían llegado finalmente, a su objetivo. De esta forma, el vigía se convertía en el primero en divisar el Nuevo Mundo.

El caso es que; oficialmente fue Colón quién dos horas antes de gritar Rodrigo ¡Tierra! a las 10 de la noche del 11 de octubre le pareció ver un fuego en forma de lucecita e intuyó que estaban cerca de la Costa y que según los estudios que en ese momento realizaba Colón sobre su cartografía personal estaba seguro de que pronto se avistaría la costa. El almirante, convencido de que estaban cerca de tierra, prometió a los marinos un jubón de seda (una especie de jersey medieval) para el primero que divisara tierra y cuentan las malas lenguas que se calló oportunamente lo de los 10.000 maravedíes de recompensa que darían los Reyes Católicos para el primero en ver el Nuevo Mundo; otras versiones dicen que fue el mismo quién ofreció el dinero de su propio presupuesto y que después no dio, al entender que fue el quién advirtió a los marineros de a bordo que estaban muy cerca de ver la costa o quizás mintió para evitar el inevitable e inminente motín a bordo.

El motín era evidente ya que después de más de 30 días sin llegar a ninguna tierra conocida, los suministros básicos escaseaban y había un estricto razonamiento. Colón y los hermanos Pinzón se vieron obligados a sofocar un intento de motín, ya que los alimentos se estaban pudriendo y no se veía tierra, por más que Colón desesperado diese la falsa señal de que ésta estaba cerca. Para calmarlos, les prometieron que estarían tres días más y si no, se volverían. En esta circunstancia, cualquier pequeña señal era aprovechada por Colón para estirar la nula confianza que tenía la tripulación en él y así, como zanahoria delante de un burro, conseguir que fueran un poco más allá. El fuego divisado por Colón sin duda atendía a esta necesidad, pero la casualidad hizo que al «poco» tiempo Rodrigo de Triana viera Tierra real y le pusiera en bandeja de plata el auto adjudicarse los 10.000 maravedíes (el equivalente a algo más de 1 kg de plata).

Rodrigo participó en otra expedición a las Islas Molucas en 1525 junto al navegante García Jofre de Loaisa aquí encontró probablemente la felicidad nuestro joven marino falleciendo a la edad de los 66 años del 1535.

Autor: Manuel Alonso de Caso

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